La pregunta que ya no le importa a nadie

“You’ve got mail!” decía la ventanita que se abría en las computadoras de Meg Ryan y Tom Hanks en la legendaria comedia homónima de 1998, coescrita por la no menos legendaria Nora Ephron. En la era pre Tinder y pre Instagram, los foros para conocer gente recién empezaban a popularizarse. Veinticinco años atrás no había fotos adjuntas y tampoco era obligatorio presentarse con nombre y apellido. Así, Kathleen (Ryan) era “Shopgirl”; y Joe (Hanks), “NY152”, quienes empezaban una relación on line.

Había que ver la cara de felicidad de ella cuando el sobrecito irrumpía en la pantalla, donde revisaba el calamitoso estado de las cuentas de su librería, a punto de cerrar gracias a la amenaza de una gran cadena de la que él era dueño.

Había que ver -ya lejos de la vida real- el asombro de los mortales de a pie cuando se masificó Hotmail y permitió mandar mensajes -casi instantáneos- a buzones virtuales y personales desde y hacia cualquier parte del mundo… ¡gratis! Y todavía más, ¡chequearlos desde cualquier computadora! (Recuerden las colas de ansiosos en los locutorios de la Costa).

La famosa arroba

Antes usada en documentos contables, matemáticos y científicos, la @ (tan poco conocida que todavía hoy para tipiarla hay que apretar Alt Gr), se volvió indispensable. En la prehistoria de las fake news, la alarma “Cierra Hotmail”, corrió a la velocidad de la llama por la mecha que precede al estallido.

Nada de eso sucedió y el mail pasó a ser también la tarjeta de pertenencia a una empresa, algo así como el apellido del empleado. Tampoco escapó al imperio de Google, cuyo Gmail abre además la puerta a un montón de herramientas.

Pero el principio de la agonía del mail arrancó en 2009, con el nacimiento de WhatsApp, que fue copiando -y superando- ampliamente sus servicios. A caballo del celular y los datos móviles, los mensajes comenzaron a ser realmente instantáneos y omnipresentes. El mail se replegó entonces a la vida laboral y corporativa: a nadie se le ocurre invitar a un cumpleaños, o relacionarse con algún interés romántico por correo.

Insaciable, WhatsApp no detiene sus embates. Admite fotos cada vez más pesadas, videos y archivos adjuntos de todo tipo, incorporó grupos, mensajes de audio y videollamadas. Y va de a poco socavando las últimas fronteras del mail: la comunicación empresarial y social a través del mensajero sigue en aumento. Y así como los más jóvenes hace años abandonaron Facebook, ahora consideran que el mail “es algo antiguo, pasado de moda”.

Ahora, los bots

El knock out viene madurando, lenta pero inexorablemente, de la mano de los bots. Si antes había un formulario on line para comunicarse con una empresa, ahora y con un solo click podemos acceder a un asistente virtual disponible 24/7.

Aunque las cifras están siempre en ascenso, un conteo reciente habla de cien mil millones de whatsapps diarios. Del lado del correo, las estadísticas se remontan a 2021. Parece que “tener un e-mail” ya no le importa a nadie.

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