Riquelme vs. Macri: está en juego mucho más que la presidencia de Boca

Es la elección presidencial en Boca, pero es mucho más. Primero, porque se enfrentan dos hombres importantes en la historia del club. Uno como futbolista, crack inolvidable con un lugar exclusivo en el corazón de los hinchas. El otro como presidente -ahora candidato a vice-, el más ganador en los más de 100 años de vida boquense. Y claro, nada menos que ex presidente del país.

Pero, sobre todo, porque detrás asoma la posibilidad del primer paso de un cambio en el fútbol argentino, con las Sociedades Anónimas Deportivas (SAD) -por ahora lejanas- como debate de fondo, y entonces salen a escena Claudio Chiqui Tapia y los dirigentes para defender el statu quo. ¿Por qué cambiar el orden que los beneficia?

En definitiva, la elección (postergada por ahora por la Justicia) sintetiza el presente más allá del fútbol: cambio o continuidad.

Y nada menos que con La Bombonera convertida en símbolo de esa transformación posible. Una nueva Bombonera como metáfora de un nuevo tiempo.

En ese contexto, Riquelme intenta gambetear la realidad de un año muy malo. Hasta hace días apoyaba su permanencia en la defensa de una “identidad” futbolera. “Somos un club de fútbol”, decía. El miércoles adaptó su discurso a una actualidad ingrata: “Tenemos las elecciones más simples, o elegís que siga siendo un club, porque tenemos fútbol y otras disciplinas; o elegís que te arranquen el corazón”, dijo. Campaña del miedo a pleno.

La justificación del cambio salta a la vista. Este año Boca fue séptimo en la Liga Profesional, perdió la final de la Copa Libertadores (su actuación más meritoria), fue eliminado en semifinales de la Copa Argentina, no clasificó a los cuartos de final de la Copa de la Liga, perdió dos clásicos con River y no clasificó a la próxima Libertadores. Además, cambió tres veces de entrenador, y con tres triunfos en 21 partidos tuvo una de las peores rachas de su historia, sólo comparable a la de 1948.

Pero los cuestionamientos llegan a los Tribunales, con la posible incorporación al padrón electoral de más de 10 mil “socios truchos”, investigada por la Justicia, y la causa por “asociación ilícita y estafa” que involucra a Cristian Riquelme (hermano de Román) acusado de reventa de entradas.

En este contexto, el ex futbolista apela al miedo. “Quieren venderle el club a varios extranjeros”, dice. El martes a la noche fue más allá, adoptó la idea que más temprano había escrito Cristina Kirchner y en el mismo sentido que la vicepresidenta acusó a Macri de "pasar por encima de una jueza".

Esa línea discursiva encuentra eco en Chiqui Tapia y en Pablo Toviggino, tesorero de la AFA y hombre del kirchnerista gobernador Gerardo Zamora. Con la excusa de una vieja entrevista en la que Milei elogia las SAD, los dirigentes de la AFA anticiparon su rechazo y clausuraron cualquier debate, antes siquiera de que se planteara. Tapia se envalentonó con un argumento propio de un futbolista: “Quiero decirles que el fútbol argentino está muy bien, que se quede tranquilo que algo hemos ganado en estos seis años”, se colgó de Messi y compañía.

Nada dijo de la crisis de los arbitrajes, ni de la anulación del tercer descenso de la Primera A a la Primera Nacional; de la anulación, con el torneo terminado, del tercer descenso de la Primera Nacional, y de los dos descensos eliminados en el Federal A, desquicio organizativo que debilita lo más importante (condición que seguramente Tapia ignora), la confianza de los hinchas, los futbolistas y los entrenadores en la mínima integridad del fútbol argentino como sistema.

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