Una elección que prende fuego todos los libros
La Argentina deparó una nueva sorpresa, apenas unas semanas después de las PASO. Demandará un tiempo desentrañar las razones que llevaron a que el peronismo liderado por Sergio Massa mejorara en unos diez puntos su elección de agosto para saltar del tercer lugar al primero, y disputar una segunda vuelta con el hasta ayer protagonista excluyente del escenario político, Javier Milei. La locomotora del triunfo de ayer de Massa ha sido la elección en la provincia de Buenos Aires, donde el peronismo dobló en votos a su principal competidor y llevó a Axel Kicillof a la reelección con casi el 45% de los votos. En ese universo, Unión por la Patria también trepó diez puntos respecto de las primarias y obtuvo más de la mitad de los votos de La Matanza de Fernando Espinoza. En Lomas de Zamora, el distrito del escándalo Insaurralde, Federico Otermin –el delfín del exjefe de Gabinete– arañaba el 50% de los sufragios. Otermin es, además de la mano derecha de Insaurralde, el presidente de la Cámara de Diputados bonaerense, escenario de otro escándalo contemporáneo, el de las tarjetas de Chocolate Rigau.
La recuperación del peronismo se extendió por otras geografías. Massa consiguió llevarse el triunfo en al menos ocho provincias en las que se había impuesto Milei: La Rioja, Tucumán, Chaco, Corrientes, Entre Ríos, La Pampa y Río Negro.
La performance de Massa, sin embargo, prende fuego todos los libros. Resulta inverosímil que el candidato de un gobierno que acumula una inflación del 140% en los últimos doce meses y un 40% de pobreza, tenga expectativas de alcanzar la presidencia. Menos si el candidato es el ministro de Economía, como es el caso.
Días atrás, el expresidente uruguayo Pepe Mujica, habló de un “animal mitológico” en la Argentina que se llama peronismo. Ese animal parece haber despertado. Pero las razones de la recuperación de Massa podría encontrar otros motivos.
Uno de ellos es el formidable paquete de anuncios económicos al que se entregó el ministro desde el 13 de agosto. Fue una sucesión de iniciativas que buscaron aliviar el impacto que generó la devaluación dispuesta el lunes siguiente de las PASO. Alcanzó a todos los sectores, con mejoras para los jubilados, los beneficiarios de planes, las capas bajas y medias con la devolución del IVA y la desaparición virtual del impuesto a las ganancias. Una lluvia de pesos.
Pero una razón más intangible se esconde en el voto a Massa: la decisión de poner un límite a la hasta ahora incontrolable emergencia de Javier Milei. El temor de lo que Milei representa parece haber superado en esta instancia al hartazgo que atraviesa a todos los sectores con la falta de respuestas a las demandas de la sociedad.
El reto de Massa será ahora poder aglutinar una fuerza robusta de oposición a Milei. Lo logró Jacques Chirac en el ballottage de 2002 frente al líder del ultraderechista Frente Nacional Jean Marie Le Pen. Chirac saltó desde algo menos de un 20% a más de un 82%. Sigue siendo un desafío para Massa: si bien Milei se estancó en su 30% de las PASO, hay un voto en el margen derecho de Juntos por el Cambio que probablemente se vuelque hacia su candidatura. Es aquel voto fiel a Mauricio Macri.
Está por verse qué determinación tomará el propio Macri, a quien muchas voces en el espacio han venido responsabilizando de la declinación de Juntos. La responsabilidad se extiende a este fracaso electoral.
Uno de los fenómenos que veremos a partir de ahora será ya no el despedazamiento del electorado de JxC, sino el de JxC mismo. Juntos es sin duda la fuerza que ha pagado el vuelco del escenario político que produjo la emergencia de Milei. Es un fenómeno de estudio. Un año atrás sus candidatos se probaban la banda presidencial.
. Un nuevo clivaje, distinto de la polarización peronismo no peronismo que dominó la política en la Argentina. Ya hemos visto los desbordes a los que llegó el ministro en materia fiscal y la campaña del miedo que sus estrategas desplegaron para frenar el impulso de un candidato al que ayudó a afirmarse, como se escuchó reconocer a tantas voces del oficialismo después de las PASO. Parece que ha llegado la hora de ir por el Frankenstein.
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