La elección más disruptiva desde 1946

La del 19 de noviembre ha sido la elección presidencial más disruptiva desde 1946, cuando el triunfo del coronel Juan Domingo Perón dio origen al ciclo de predominio de su fuerza política durante casi ocho décadas. Javier Milei ha ganado contra las estructuras establecidas en lo político, social, empresario, intelectual y cultural. No es sólo un triunfo de la anti política, también lo es de un cuestionamiento a las élites.

Pero hay diferencias. Perón representaba un movimiento político de origen social y un sector determinado: los trabajadores. Tenía una nueva estructura de apoyo que eran los sindicatos. El de Milei en cambio es un fenómeno policlasista, en el cual, generacionalmente, se destacan los jóvenes.

Ha sabido recoger los grandes cambios sociales y culturales gestados en las últimas décadas a nivel global por fenómenos sucesivos como internet, las redes sociales y la inteligencia artificial. Tuvo la aptitud de comprender estos cambios y trasladarlos a la política, asumiendo además lo políticamente incorrecto.

En lo ideológico representa una convergencia de derecha conservadora que tiene numerosas y diversas expresiones en el mundo occidental. Él encarna el liberalismo extremo en lo económico, combinado con conductas personales disruptivas. Pero su vicepresidenta encarna un nacionalismo conservador, que es una parte de la compleja y diversa coalición que ha votado por él. Su victoria inicia una nueva etapa política en Argentina, cuyo desarrollo y alcance hoy es difícil de pronosticar.

Hasta pocos meses parecía limitado a ocupar un tercer lugar, sin posibilidad de amenazar el bipartidismo atenuado representado por el peronismo y el no peronismo, que ha expresado a la política argentina desde 1946.

Pero su éxito electoral ha provocado la crisis de ese sistema partidario. Desde entonces, el peronismo ha ganado diez elecciones presidenciales. El radicalismo, en sus distintas expresiones, lo ha hecho sólo en cuatro oportunidades. En la elección restante ganó un candidato del centroderecha en alianza con el radicalismo, que fue Mauricio Macri. En un momento éste pareció encarnar un cambio de la política que después no fue tal.

Pero el peronismo queda con una fuerza relevante en el sistema político: entre siete y diez gobernadores propios, entre ellos el de la decisiva provincia de Buenos Aires (en ella cuenta con treinta y cuatro de los cuarenta intendentes del conurbano amplio); treinta y cinco senadores nacionales que lo dejan a sólo dos de la mayoría propia; en la Cámara de Diputados tiene una primera minoría importante que lo deja a veinte del quórum propio, pero en un escenario de desarticulación del nuevo oficialismo, que tiene por delante el desafío de organizarse políticamente.

Regionalmente, el resultado electoral ha tenido un fuerte impacto. Para los líderes progresistas de la región, encabezados por el presidente brasileño Lula da Silva, ha resultado un hecho político relevante que pone en cuestión su predominio. A la destitución del presidente Pedro Castillo en Perú, el triunfo de un outsider de centroderecha, Daniel Noboa, en Ecuador, la victoria de Santiago Peña en Paraguay, la articulación de la oposición venezolana para la elección presidencial de 2024, y el rotundo triunfo que probablemente obtendrá Nayib Bukele en El Salvador, se suma ahora Milei como referente, dada la relevancia de Argentina en la región.

La proyección de la elección se dio también en el mundo occidental. Es que Milei había expresado un discurso que lo alineaba deliberadamente con la derecha anti política representada por Donald Trump en Estados Unidos, Jair Bolsonaro en Brasil y el partido Vox de España, entre otros. Milei ahora es visto como la recuperación de esta corriente política en América del Sur tras la derrota de Bolsonaro.

Debe luchar contra una economía que se encamina al 200% de inflación anual y el mayor nivel de pobreza a excepción del registrado en el primer semestre de 2002. Se trata de la mayor demanda de la sociedad. La Argentina acumula una sucesión de fracasos que han generado desaliento y la voluntad de buscar otros horizontes no registra antecedentes por su magnitud entre la población.

La inseguridad generada en gran medida por el narcotráfico y el crimen organizado es la segunda demanda en los conurbanos del país, y no sólo en los del Gran Buenos Aires y Gran Rosario. Esta situación es aún más acuciante en los sectores de menores ingresos, que son los más desprotegidos. La corrupción es una tercera demanda, agudizada por hechos públicos que generan indignación y que requieren un urgente cambio en conductas y actitudes por parte de la dirigencia política.

Javier Milei ha tenido hasta ahora un éxito electoral excepcional. Ha obtenido en el balotaje el 55% y lo ha logrado en sólo dos años de carrera política. Ha alcanzado así un éxito que a sus predecesores les llevó décadas lograr (Alfonsín, Menem, Duhalde, los Kirchner e incluso Macri).

Tiene por delante como desafío la organización de una fuerza política -que hasta ahora ha sido más bien un movimiento multifacético y policlasista- que deberá transformar en un instrumento eficaz.

El bipartidismo atenuado que ha caracterizado la política argentina durante las últimas décadas se ha mantenido, pero con un cambio sustancial de protagonistas. Ahora está liderado por un líder apolítico y un pragmático, en un momento particularmente crítico para la Argentina.

Rosendo Fraga es Director del Centro de Estudios Unión para la Nueva Mayoría

Comments are closed.