La victoria inesperada del partido de extrema derecha (PVV) de Geert Wilders en las legislativas holandesas supone que una cuarta parte del electorado votó por un candidato ultra cuyas propuestas van en algunos asuntos más allá de las de un Donald Trump. Se parecen en algunos aspectos a las de Javier Milei, pero tienen un barniz europeo ajeno a la realidad argentina.
Wilders no será automáticamente primer ministro. Para ello deberá forjar una coalición que se antoja muy difícil y nada garantiza que termine gobernando. Wilders tiene 37 de 150 diputados y necesita 76 para ser elegido primer ministro.
¿Por qué la extrema derecha fue la fuerza más votada con tanta diferencia?
Hein de Haas, sociólogo de la Universidad de Ámsterdam, cree que su éxito se debe sobre todo a un fallo de estrategia del VVD, el partido liberal-conservador, que lideraba los sondeos. Estos decidieron romper el gobierno porque la anterior coalición chocaba en política migratoria y “centraron toda su campaña en la inmigración. Esta estrategia fue contraproducente y en realidad sirvió para legitimar a Wilder, llevándole a la victoria. Como decía Jean-Marie Le Pen, la gente vota por el original, no por la copia”.
Álvaro Oleart, investigador postdoctoral en la Universidad Libre de Bruselas, explica que “la victoria de Wilders confirma una vez más que imitar a la extrema derecha y asumir su agenda (principalmente en cuestiones relacionadas con la migración) simplemente la refuerza”.
Cas Mudde, uno de los politólogos holandeses más leídos fuera de su país, escribía este jueves en el diario británico The Guardian que buena parte de la responsabilidad del triunfo de Wilders se debe a la decisión del primer ministro en funciones, Mark Rutte, de hacer que su partido hiciera campaña sobre temas migratorios. Pero también a un fallo de los medios de comunicación, que fueron “complacientes con Wilders”.
¿Qué propone?
En política migratoria propone abolir el derecho de asilo, algo contrario a la normativa europea e internacional, abolir el derecho de otros europeos a vivir y trabajar en los Países Bajos y abolir también la doble nacionalidad. Sus medidas van dirigidas sobre todo contra los musulmanes, pues propone cerrar todas las mezquitas y escuelas islámicas en el país y hasta prohibir el Corán.
Un cartel electoral del líder del Partido por la Libertad (PVV), Geert Wilders, cerca del Binnenhof. Foto AFP
Wilder se parece mucho a Milei en materia económica. Por ejemplo, rebajando masivamente o eliminando casi todos los impuestos, privatizando la mayor parte de las empresas públicas y aboliendo cualquier subsidio al arte, la cultura, el deporte y los medios de comunicación públicos. No propone eliminar ministerios, pero sí crear uno de “desislamización”.
Sus propuestas en materia de seguridad son difícilmente legales, pues incluye hasta la detención preventiva de cualquier persona “sospechosa de apoyar el terrorismo”. De sus dichos en los últimos años se entiende que eso significa cualquier persona árabe o de confesión musulmana.
Wilders tiene un interés especial en política energética. Propone reabrir las centrales eléctricas que queman carbón, potenciar las de gas, construir más nucleares y prohibir paneles solares y turbinas eólicas. Sacar al país de los acuerdos mundiales de clima y abolir cualquier tipo de norma de lucha contra la crisis climática, de la que niega su existencia.
En política internacional quiere acabar con el apoyo europeo a Ucrania y expulsar a Turquía de la OTAN (algo que sólo se puede decidir por unanimidad de todos los otros miembros de la Alianza Atlántica). Y finalmente un referéndum para, como hizo el Reino Unido, sacar al país de la Unión Europea.
¿Puede gobernar?
El resultado electoral permite visualizar hasta cinco posibilidades diferentes.
La primera incluiría a Wilders como primer ministro apoyado por conservadores tradicionales y liberal-conservadores. Es la coalición más sencilla de formar porque es la que necesita a menos partidos, pero a la vez la más difícil porque hace a Wilders primer ministro. Los liberal-conservadores dijeron en campaña que podrían colaborar con Wilders, pero eso era cuando creían que ellos ganarían las elecciones y la extrema derecha sería únicamente un apoyo parlamentario externo al ejecutivo.
La segunda opción la propone Pieter Omtzigt, líder de un nuevo partido democristiano y sorpresa electoral. Quiere formar un gobierno sin los líderes políticos, con figuras secundarias de los partidos. Él sería primer ministro y Wilders no sería miembro del gobierno, sólo apoyaría desde fuera. Es la más improbable, pero no imposible.
La tercera es aislar a Wilders y hacer primer ministro a Frans Timmermans, antiguo canciller y antiguo comisario europeo que lideró una coalición de socialdemócratas y ecologistas. Le apoyarían liberal-conservadores, liberal-progresistas y ese nuevo partido democristiano.
La cuarta sería un gobierno minoritario. Que los socialdemócratas y ecologistas permitan formar gobierno a liberal-conservadores, liberal-progresistas y democristianos y les apoyaran desde fuera cuando necesitaran mayoría absoluta. También se aislaría a Wilders.
La quinta es la que se llama “solución a la belga”: dejar correr el tiempo y que siga gobernando el actual gobierno en funciones hasta que la situación política evoluciones (por ejemplo, tras las elecciones europeas de junio de 2024). Bélgica hizo eso entre finales de 2018 y la primavera de 2020.
Oleart cree que el hecho de que el centro-derecha holandés, liderado por los liberal-conservadores, imitara la extrema derecha en la campaña electoral “tiene además una implicación directa para los pactos post-electorales”. Cuenta cómo este partido se había negado a gobernar con la extrema derecha pero ahora “abrió esa puerta, y por tanto va a ser muy difícil negarse a una coalición con la extrema derecha”.
Este investigador cree que “Wilders está más cerca que nunca de convertirse en primer ministro de Países Bajos e incrementar el poder de la extrema derecha europea, ayudada por el centro derecha del Partido Popular Europeo”.
PB
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