Andrés Malamud: “Milei no es antidemocrático sino antiestablishment, anticasta”
Con la victoria electoral de Javier Milei, el líder de La Libertad Avanza, la Argentina ha comenzado a transitar un escenario político e histórico novedoso, incierto, desconocido, una ruta no cartografiada. En apenas dos años, el presidente electo construyó una fuerza de prédica libertaria que se metió en el balotaje y le ganó al peronismo con una gran diferencia de votos, diciéndole abiertamente a la sociedad que lo que vendrá será un shock.
En conversación con LA NACION, el politólogo Andrés Malamud analiza las razones de la victoria de Milei. Dirá, entonces, que desde 2018, salvo Paraguay, los oficialismos pierden y ganan siempre las oposiciones; que “Juntos por el Cambio desaprendió, fue producto de las PASO y luego fue víctima de las PASO, hizo todo mal y se dio el lujo de pelearse y dividirse”; que Milei vio, como nadie, “al 28% de menores de 30 años que manejan las redes sociales y no conocieron al 2001″; que su figura “entró en los descamisados y las villas, pero entró también en los countries”; y que su amateurismo y autenticidad, su “fisura”, generaron una identificación con la gente que se siente víctima de la “casta”.
«Analíticamente, en estos 40 años de democracia, yo lo veo a Milei como una prueba de resiliencia democrática»
Pero lo que se necesita para ganar no necesariamente sirve para gobernar y el camino a recorrer está asfaltado por incógnitas y desafíos: Milei deberá construir gobernabilidad, un escudo legislativo y dirimir intereses en conflicto. “En la campaña, hay corazones; en el gobierno, hay bolsillos”, agrega Malamud, doctor en Ciencia Política por el Instituto Universitario Europeo y autor de varios libros, entre ellos, El oficio más antiguo del mundo y Diccionario arbitrario de política.
Malamud relativiza la idea de que Milei ganó solo como reacción a los años del kirchnerismo. “Si el modelo estatista y corrupto hubiera llevado al crecimiento económico, hubieran ganado los estatistas y corruptos. El problema es que fueron estatistas, corruptos e incompetentes”. Y aclara, “Milei no es antidemocrático, La Libertad Avanza no es antidemocrática, es antiestablishment, es ‘anticasta’”.
Milei “no es antipolítica tampoco, es antipolíticos, que no es lo mismo –dice Malamud–. Analíticamente, en estos 40 años de democracia, yo lo veo como una prueba de resiliencia democrática. La democracia se banca que los nostálgicos de la dictadura también gobiernen. Por los votos y no las botas. La democracia que construimos es más fuerte que la nostalgia autoritaria”.
Para el politólogo, la posibilidad de una regresión autoritaria y de muerte lenta de la democracia desde adentro, la encarnaba más Massa que Milei. “La alternancia no pone en riesgo la democracia. Lo que pone en riesgo la democracia es la eternización”.
«La gobernabilidad tiene dos patas: las instituciones y la calle. Milei puede conseguir instituciones con Juntos por el Cambio, pero no puede conseguir calle porque la calle la tiene el peronismo, sobre todo en el conurbano»
-¿Qué escenario político se abrió ahora con el triunfo de Milei?
-No voy a hacer un pronóstico ni una amenaza, voy a hacer una constatación de la experiencia existente: en América Latina los presidentes que no tienen escudo legislativo no terminan su mandato. Esto no es ineluctable porque el escudo legislativo se construye. Lo que tenemos ahora es un presidente electo que rechaza esa necesidad. Por lo tanto, hay dos posibilidades: o Milei aprende o va a tener dificultades para terminar el mandato. Él hasta ahora demostró maleabilidad en campaña, sobre todo el último mensaje que mandó diciendo que no iba a privatizar nada y juntándose con la “casta” para llegar al poder. Si demuestra esa misma maleabilidad en el gobierno, entonces tiene chance. Si decide gobernar con siete senadores y con 38 diputados, le va a ir muy mal, como le fue a Pedro Castillo en Perú. Hay más ejemplos en Perú, en Paraguay, en Bolivia y en Brasil, que son los países que hacen juicio político con cierta periodicidad.
-¿Cómo se construye gobernabilidad en este mapa de fragmentación partidaria y dramática crisis social cuando lo que vendrá no será gradualismo sino shock?
-La gobernabilidad tiene dos patas: las instituciones y la calle. Milei puede conseguir instituciones con Juntos por el Cambio, pero no puede conseguir calle porque la calle la tiene el peronismo, sobre todo en el conurbano. Aquí puede haber un conflicto de legitimidades. Él tiene los votos, 55%, y puede reunir no una mayoría sino una minoría que le dé estabilidad. Lo que no puede encontrar es la calle con esa coalición. Y lo que ganó con el 11% de diferencia con Massa es unos meses de paciencia. Quizás un puente hasta marzo. Después, todos los colectivos kirchneristas, todas las asociaciones que hicieron campaña por Massa, porque les gustaba o porque era el mal menor, van a salir a la calle a protestar por sus políticas o por sus símbolos. ¿Y cómo va a enfrentar el levantamiento de la calle? ¿Con los youtubers yendo a parar a los gremios? ¿Con los influencers yendo a ponerle el pecho a las organizaciones sociales?
«Creo que todo gobernante tiene en la cabeza que hay un (Jorge) Remes Lenicov y un (Roberto) Lavagna en cualquier proceso de reforma»
-¿Y cómo se dirime el conflicto entre el derecho a la protesta y el derecho a la circulación?
-Te cuento lo que yo pensaría si fuera Milei. Él tiene dos distritos claves: las dos Buenos Aires. Y son claves porque son los que rodean a la Casa Rosada y Olivos, y por lo tanto los que te tiran un presidente por la fuerza. Ambos, Jorge Macri y Axel Kicillof tienen intenciones presidenciables. Vos no los podés enfrentar a los dos: tenés que aliarte con uno contra el otro. En general, la provincia es más desestabilizante que la Capital. Y, además, Milei ya tiene un acuerdo con un Macri. Por lo tanto, yo me imagino que va a garantizar la libertad de circulación en la Capital a palo, y el palo lo va a meter Macri con apoyo de las fuerzas federales. Esto es todo contra Kicillof. No hay lugar para los dos. No hay lugar para Milei y Kicillof en Argentina.
-Hoy en día uno podría ver dos transiciones en simultáneo: la transición del gobierno entrante y el que se va; y la otra transición, que es la negociación o el acople del PRO al gobierno de la LLA. ¿Cómo ve esos procesos?
-Creo que todo gobernante tiene en la cabeza que hay un (Jorge) Remes Lenicov y un (Roberto) Lavagna en cualquier proceso de reforma. Los dos, personas irreprochables. Pero Remes hizo el trabajo sucio y Lavagna agarró un barco que flotaba y lo llevó al puerto. Yo me imagino que Macri va a dejar que Milei ponga a Remes y él se va a guardar para prestarle a Lavagna, pero esto es imaginación, no es información.
«Hay una crisis que se viene y es inevitable. Esa crisis deriva de los ajustes necesarios, que incluyen una suba de tarifas. ¿Quién hace ese ajuste? ¿Este gobierno o el que viene?»
-¿Y por qué cree que haría eso?
En parte porque si es demasiado intrusivo ahora se va a incompatibilizar con el Presidente. Macri es un contenedor para adentro y para afuera. Lo contiene emocionalmente a Milei y le da reputación externa, le consiguió la firma de los 10 presidentes. Si empuja mucho, rompe. Tiene que actuar con cuidado.
-¿Y la transición con el gobierno saliente? ¿Qué le sugiere esa foto de Fernández entregándole la banda presidencial a Milei?
Bueno, si llegamos a ese momento con estabilidad económica seremos muy afortunados. Hay intereses en conflicto. Hay una crisis que se viene y es inevitable. Esa crisis deriva de los ajustes necesarios, que incluyen una suba de tarifas. ¿Quién hace ese ajuste? ¿Este gobierno o el que viene? A ambos les conviene que sea el otro. Por el lado de Milei, lo que le convendría es hacer la gran Menem en el 89: mandar a Di Tella y a Cavallo a decir que no nos presten y decir que va a haber un dólar re contra alto. Romper todo antes y que Alberto sea el responsable, pero si exagera Alberto se va y le deja la papa caliente a él.
-Entonces, estos días serán un campo minado.
-Estos días y los que vienen. Es un campo minado. Alguien va a pisar la mina. La disputa en esta transición es quién.
-¿Por qué ganó Milei?
-En América Latina, desde 2018, salvo en Paraguay, ganan siempre las oposiciones. En principio lo que teníamos que esperar era que el gobierno perdiese. Y el gobierno cumplió. ¿Por qué no Milei y no Juntos por el Cambio? Porque Juntos por el Cambio hizo todo mal. Milei ganó, primero, porque los gobiernos pierden, y segundo, porque la oposición que tenía que ganar supo que el gobierno perdía y se confío. Se dio el lujo de pelearse y dividirse. Hay una cuestión de demanda insatisfecha con el gobierno, una cuestión de oferta -Juntos por el Cambio se dividió- y, además, Milei vio al 28% de menores de 30 años que manejan las redes sociales y no conocieron al 2001. Nadie llegó a esa gente como él.
-Con la pésima performance del gobierno, Juntos por el Cambio era la opción natural en la sucesión. Hasta que comenzó una interna que los devoró.
-Sí, por default, el Jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires es el candidato del no peronismo. Larreta era por default el candidato presidencial de Juntos por el Cambio. Si lo querían bajar, tenían que hacerlo bien. Lo que hicieron fue dejar a mitad de camino la transición entre Larreta y la candidata alternativa. Lo que no pudieron hacer es lo que hicieron: ir con dos candidatos que dividieron a la coalición en todo el país. Podía ser él, podía ser ella o podía ser un tercero. Si querían ir a una primaria competitiva, lo que tenían que hacer era proteger el interior y no arrastrarlo. Un candidato por provincia: el más popular, el que eligieran a dedo, el que hubieran definido por una interna previa. Lo que hicieron fue envenenar abajo por una disputa arriba, que no lo habían hecho en 2015. Juntos por el Cambio desaprendió. Es un producto de las Primarias, de las PASO; y terminó siendo una víctima de las PASO porque desaprendieron cómo utilizarlas.
-Como dijo Yanina Welp, Milei parece haber estado en el lugar justo, en el momento adecuado. Además, parece haber leído el humor social y cambió la agenda de discusión. Pasó de los sets de televisión y las redes al territorio. ¿Hay una novedad en eso respecto de las campañas tradicionales?
-Sí. Habíamos tenido un anticipo en la campaña chilena: un candidato que estaba en Estados Unidos hizo toda su campaña online y sacó dos dígitos. Ya sabíamos que algo de esto podía pasar. Lo que no nos esperábamos era la magnitud: ganar en las PASO y después obtener el 55% en el balotaje. Aquí vale recordar lo que dice Pagni: Milei no nos dijo que pensaba como nosotros o que sentía como nosotros, lo mostraba. Lo que parecía una debilidad para los profesionales de la política terminó siendo su fortaleza. Lo que se valora en este momento es la autenticidad y a él se lo veía fisurado. La “casta” le faltaba el respeto y la gente se sentía parte de esa victimización. Y Milei era “la gente”. Nada más ni nada menos. Para los blancos, ricos, capitalinos, Milei perdió el debate. Para los descamisados lo ganó. ¿Lo ganó en qué sentido? Ganó sus corazones. Ser bulleado genera solidaridad. Vieron a un tipo en el piso al que el poderoso lo pateaba. Nosotros decimos: “El poderoso ganó: lo tiró al piso y lo pateó”. Ellos dicen: “¿Qué me importa? Yo estoy con el perdedor. Yo acompaño a la víctima. El otro ganó, pero yo estoy con la víctima”. Hubo solidaridad: “Milei somos nosotros”
-¿Milei es un líder o es un síntoma?
-Las dos cosas. Pero una cosa es ser un líder de campaña y otra cosa es ser un líder de gobierno. Lo que en campaña era una virtud, que era mostrar sus debilidades, capaz que en el gobierno no lo es tanto. O, mejor dicho: al principio sí, pero el principio se acaba pronto. Se acaba cuando tenga que mostrar que tiene capacidad de acumular poder y de articular poder. Acumular significa que vos juntás y sumás, y articular significa que vos multiplicás. No son las mismas virtudes que se requieren para llegar al poder que para gobernar. Ocurre lo mismo con las virtudes que con las coaliciones: las coaliciones que te llevan al poder no son las que te permiten gobernar. Una coalición popular de gente que te vota sirve para ganar una elección, pero las preferencias se cuentan y los intereses se pesan. Cuando tenga que enfrentarse a intereses organizados no le van a servir las herramientas que le sirvieron para articular preferencias individuales.
-¿Cuántas de las herramientas, vicios, capacidades, destrezas de los políticos profesionales, a los que él critica, va a tener que incorporar para llevar adelante la compleja tarea de gobernar?
-Acá tengo una limitación porque yo tengo mentalidad de “casta”. Si él me hubiera preguntado a mi qué hacer en la campaña, perdía la elección.
-¿Por qué?
-Porque yo hubiera respondido con las respuestas convencionales, con la necesidad de no perder el debate, con la necesidad de planificar la campaña. Y él respondió con amateurismo y autenticidad. En el gobierno uno tiende a pensar que las respuestas convencionales son más útiles que en la campaña. En la campaña uno puede innovar porque se trata de administrar sensaciones, sentimientos y emociones. En el gobierno lo que tenés que hacer es administrar intereses que son contables y son materiales. Y tienen fierros. En la campaña hay corazones, en el gobierno hay bolsillos. Y entonces yo respondería convencionalmente, pero él demostró que tiene una receta alternativa y, por lo tanto, yo estoy dispuesto a que él nos demuestre que la receta alternativa le sirve para gobernar y no solamente para ganar. Lo que vimos es que él mantuvo todos sus votantes, conquistó cerca del 80% de Juntos por el Cambio y el 70% de Schiaretti. Así que la mayor parte de los que no habían votado al gobierno decidieron seguir sin votarlo. Y Milei fue el que evitó que se quedaran en casa, el que los entusiasmó lo suficiente como para que dijeran “mirá lo que le hago al patotero”.
-¿Coincide con Juan Carlos Torre cuando dice que “pasamos del que se vayan todos a que venga cualquiera”?
-Me parece que atrapa bien la realidad. Una aclaración: cuando decimos “cualquiera” no es irrespetuoso. Cualquiera es “cualquiera como nosotros”. En italiano existe una palabra: el cualunquismo es el populismo en italiano. Es “cualquiera”, pero no es un “cualquiera” despectivo. “Cualquiera” es “uno de nosotros”. “Nosotros somos cualquiera”. Así que no es irrespetuoso.
-¿Milei podría entrar en esta categoría que describe Moisés Naim de políticos que tienen un poder que es fácil de conseguir, difícil de mantener y fácil de perder?
-“Sí, pero”. También pensábamos que no iba a tener el éxito que tuvo. Hasta ahora mostró que puede hacer lo mismo que hicieron Pedro Castillo y Gabriel Boric. Gustavo Petro es otra cosa. Porque esto no es de la derecha, esto es el manual del outsider. Trump y Bolsonaro consiguieron factores de poder. Castillo y Boric no. Castillo se fue y Boric lo que hizo fue apelar a la Concertación y volver a buscar a la “casta” porque solo no podía gobernar. Trump se plegó a un partido existente y Bolsonaro lo que hizo fue apelar a los poderes establecidos: empresarios, evangélicos y militares.
-Pero ni Bolsonaro ni Trump reeligieron.
-Pero no reeligieron, exactamente. Con todo el poder que tuvieron, consiguieron terminar un mandato. Milei no tiene ni una décima de las instituciones, de los factores de poder que tenían Trump y Bolsonaro. La pregunta es: ¿Va a adquirirlos? No es imposible. ¿Va a adquirirlos o va a fracasar? Hay una tercera posibilidad: que triunfe sin factores de poder. Yo no conozco casos.
-¿Qué podría pasar ahora con Unión por la Patria y sus distintas facciones?
-El peronismo tiene dos patas: en las últimas décadas se dividió entre la sociedad del salario y la sociedad del subsidio. La sociedad del salario está representada por los sindicatos y una parte de los gobernadores del interior y la sociedad del subsidio por el kirchnerismo. Hasta ahora estaban unidos porque Cristina tenía el poder. Si Milei lo encara a Kicillof, no veo razones por las cuales no podría aliarse con los gobernadores peronistas del interior, que son conservadores no sé si cómo él o más bien como su vicepresidenta. Para mí, el manual de gobernabilidad dice: Milei encara a Kicillof y se alía con los gobernadores peronistas. Pero de nuevo: yo soy casta. Pensando convencionalmente, Milei tiene un mandato de cuatro años que puede terminar mediocremente. Esto es pensar convencionalmente. Ahora, ¿Qué es lo que piensa Milei? Que va a cambiar a la Argentina para siempre. ¿Qué es lo que piensa el kirchnerismo? Que se la va a poner en la esquina. Si el kirchnerismo tiene razón, dentro de tres meses o seis meses va a estar el kirchnerismo diciendo: “¿Ven? Les avisamos. Esta hiperinflación es culpa de ustedes que no nos creyeron”. Y es la organización política mejor preparada para aguantar si a Milei le va mal.
-¿Juntos por el Cambio tiene certificado de defunción?
-Macri apuesta a que no. Me parece que en un primer momento pareció que él dejaba Juntos por el Cambio. Y en este momento parece que Juntos por el Cambio va a ser el gobierno y el que no esté de acuerdo se tiene que ir. Me parece que si se rompe Juntos por el Cambio es porque él se queda con el sello.
-La Coalición Cívica abandonó Juntos por el Cambio y parte del radicalismo y del PRO no apoyó a Milei. Quiero decir: el presidente electo tiene el apoyo de una parte del PRO, no de todo Juntos por el Cambio.
-Es así. Milei tiene la parte mayoritaria del PRO. En términos de Macri, el radicalismo es 70% populista y contagió al 30% del PRO. Así que él debe pensar que se llevó el 70% y yo creo que se llevó un poco más. Lo que tiene a favor la estabilidad del gobierno nacional son diez gobernadores de Juntos por el Cambio que tienen vicegobernadores de otros partidos de Juntos por el Cambio. Así que estos gobernadores necesitan, primero, mantener la unidad de su coalición y, segundo, llevarse bien con el Presidente. Esto le da sobrevida a la coalición y alguna posibilidad de sobrevida al presidente Milei.
-¿Qué cuestiones lo sorprendieron a lo largo de estos dos años y el tramo final de la campaña?
-No me sorprendieron los errores. Juntos por el Cambio cometió errores innecesarios y gratuitos, pero los errores ocurren. Lo inesperado es que alguien por afuera de los partidos políticos arraigados en el país haya tenido el éxito que tuvo. Esto en parte es un suicidio de los partidos. ¿Cuándo? Cuando desdoblaron las elecciones de las provincias. Pero parto de que yo no preví la victoria de Milei porque yo esperaba que las raíces del sistema de partido contuviesen la estructura y las raíces defeccionaron. ¿Cuál es la prueba de esto? En las PASO, se vota en 24 provincias, en 5 se eligen al mismo tiempo gobernador e intendentes. En esas cinco provincias, Milei sacó 13 puntos porcentuales menos que en las 19 provincias que no votaron gobernador e intendente. Es decir que cuando los partidos ponían en juego candidaturas se movilizaban. Cuando no ponían en juego candidaturas, soltaron al electorado. Esto no habla nada de la gente: la gente vota lo que quiere, pero la movilización partidaria funciona. ¿Por qué falló en este caso? Porque 19 provincias decidieron que los partidos no anclasen la participación.
-Lo que llama mucho la atención es un mapa teñido de violeta incluso en los distritos en los que el empleo público, los planes, los subsidios y las transferencias directas tienen un rol fundamental.
-Sí. Y eso es muy interesante también porque acá hay algo que todavía no está completamente medido: el antiporteñismo. Lo que todos sabíamos era que a Milei lo votaban más los jóvenes y los varones, lo dábamos por hecho. Lo que descubrimos es que tenía la misma inserción entre los ricos y los pobres. Milei entra en los descamisados y en las villas, pero entra también en los countries. Lo que llamó la atención en las PASO es que gana en 16 provincias y sale tercero en los dos Buenos Aires. La casta es de las dos Buenos Aires, la casta es el AMBA. Él perdió contra la casta en las PASO. Siguió perdiendo contra la casta por la reagrupación del peronismo en la primera vuelta. Y se vengó con todo su esplendor en el balotaje. Y la casta es sobre todo el AMBA, aunque él gana en la Capital, pero es un voto diferente en la Capital que en el resto del país. El resto del país vota contra el sistema que viene del centro. Así que lo que me sorprendió fue, primero, que los partidos -no se suicidaron, porque los partidos provinciales no son los partidos nacionales- se retrajeran desanclando la competencia nacional y, segundo, que hubiera este resentimiento del interior contra la “casta” metropolitana.
-Milei ganó el balotaje con votos prestados. ¿Cuán condicionado está por ese tema?
-Es un error común pensar que la legitimidad de un presidente deriva de la cantidad de votos que recibió. Kirchner ganó con el 22% y construyó poder a partir de entonces, gobernando durante 12 años y después poniéndolo a Alberto todavía. El poder es dinámico y se construye a partir del ejercicio. Se tiene legitimidad de origen, constitucional y electoral. Lo que tiene que construir ahora es legitimidad de ejercicio. Ni la Constitución ni el pueblo le conceden autoridad para fracasar. Él ahora tiene que gobernar. Si gobierna bien, no depende de Macri. Si gobierna mal, no le alcanza Macri.
-¿Usted dice que en este momento no depende de Macri para gobernar bien?
-Macri le va a prestar equipo, le va a prestar reputación, pero Duhalde también le prestó a Lavagna a Kirchner, y cuando Kirchner no lo necesitó más se lo sacó de encima: primero a Duhalde y después a Lavagna. Así que depende de los resultados. Los resultados a corto plazo van a ser malos. Él va a tener que compensar con políticas y gestos simbólicos. Quizás uno de esos gestos sea deshacerse de la “casta” que lo ayudó, pero no creo. En principio, no lo veo desleal.
-Cito a Carlos Pagni. “El presidente electo utilizó primero a Massa, con quien se financió, contra Juntos por el Cambio, es decir, contra Mauricio Macri y Patricia Bullrich. Y después se sirvió de Macri y Bulrrich para aplastar a Massa. Tan outsider no parece”. ¿Qué le sugiere eso?
-La “casta” lo alimentó, pero él no es “casta”. Es un producto de la sociedad, aunque haya sido empleado de Eurnekian. La “casta” lo usó: primero lo usó Massa para deshacerse de Juntos por el Cambio y después lo usó Macri para sacarse de encima a Massa. Pero él es un producto de abajo, no es un producto de arriba. Es un producto legítimo y auténtico de la sociedad.
-¿Cómo cree que pasará a la historia el gobierno de Alberto Fernández?
-Depende de cómo le vaya a Milei. Si Milei tiene éxito, este gobierno será un fracaso. Si a Milei le va muy mal, la historia lo reivindicará. Fijate qué paradoja. La comparación es siempre en perspectiva histórica. Si Argentina tiene violencia en el horizonte, entonces este va a pasar a la historia como un gobierno pacífico. Y la violencia en América Latina es la norma. Argentina por ahora es la excepción. Aunque no sea culpa de Milei, si de repente desembarca el narcotráfico con fuerza en Argentina, entonces lo que se viene es una Argentina violenta y vamos a extrañar los tiempos pacíficos de este inútil.
-Alberto Benegas Lynch (h) sostuvo que en parte Milei ganó “gracias a Massa, Cristina y Alberto”. ¿Coincide?
-Considero que fue una reacción, sí, pero soy más estructuralista: fue una reacción a 12 años sin crecimiento. Si el modelo estatista y corrupto hubiera llevado al crecimiento económico, hubieran ganado los estatistas y corruptos. El problema es que fueron estatistas, corruptos e incompetentes.
-¿Qué reflexión le merece que esta elección tan atípica se haya materializado en un año de conmemoración cívica y de la democracia?
-Analíticamente, yo lo veo como una prueba de resiliencia democrática. La democracia se banca que los nostálgicos de la dictadura también gobiernen. Por los votos y no las botas. La democracia que construimos es más fuerte que la nostalgia autoritaria.
-Pero, ¿no advierte la posibilidad de muerte de la democracia desde adentro? ¿No ve riesgo de regresión autoritaria?
-La temía con Massa.
-¿Usted dice que la democracia corría más riesgos con Massa que con Milei?
-Sí. La alternancia no pone en riesgo la democracia. Lo que pone en riesgo la democracia es la eternización.
-Muchos votaron a Milei por lo que prometió hacer, otros lo votaron especulando con que finalmente no va a poder hacer todo lo que prometió. ¿Cómo ve esa paradoja?
-En la primera vuelta uno vota al que le gusta, y en el ballotage opta por el que menos le disgusta. Los electores que discordaban del programa de ambos candidatos tenían dos opciones: votar al mal menor o votar al mal más débil, el más improbable de llevarse a cabo. Pronto sabremos si calcularon bien.
UN POLITÓLOGO DE MIRADA AGUDA
PERFIL: Andrés Malamud
■ Andrés Malamud nació en Olavarría. Se recibió con honores en la carrera de Ciencias Políticas, que cursó en la Universidad de Buenos Aires (UBA) y después hizo un doctorado en Ciencias Sociales y Políticas en el Instituto Universitario Europeo (Florencia).
■ Vive en Portugal, en donde trabaja como investigador de la Universidad de Lisboa.
■ Ha sido investigador visitante en el Instituto Max Planck (Heidelberg) y en la Universidad de Maryland (College Park).
■ Sus intereses de investigación abarcan las instituciones democráticas, la política exterior comparada y los procesos de integración regional.
■ Es autor de El oficio más antiguo del mundo. Secretos, mentiras y belleza de la política y Diccionario arbitrario de política.
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