El cambio en Javier Milei, y la fuga de Alberto Fernández

“Vivimos angustiados todo el proceso electoral durante todo este tiempo, votamos tres veces, fuimos al balotaje, padecimos la posible continuidad del kirchnerismo, pero al final terminan gobernando los que salieron terceros, es uno de los tantos mensajes que se replican en las redes sociales, el brain storming de la opinión pública que debutó como tal y con un alto impacto en las elecciones de este año. La frase alude, sin curvas, a quien está detrás del presidente electo Javier Milei: Mauricio Macri.

Efectivamente, el extinto Juntos por el Cambio no ingresó a la segunda vuelta pero su candidata presidencial, Patricia Bullrich será la próxima ministra de Seguridad del nuevo gobierno. Y Macri está detrás del armado del gabinete. ¿Milei deberá demostrar que es su gobierno y no el del expresidente, o en realidad es una sociedad que lo fortalece?

Hay ciertas pulseadas que viene proponiendo el libertario, pero que nadie asegura que lleguen a buen puerto. Una de ellas, a partir de su futuro ministro del interior, Guillermo Francos, es la de llevar a Florencio Randazzo como presidente de la Cámara de Diputados. Paradójicamente, los vaivenes de la política hacen que Macri y Cristina Kirchner coincidan en no quererlo en ese puesto.

Macri aspira a que maneje la Cámara Baja Cristian Ritondo y arrastre a la mayor cantidad de diputados del PRO. Quizás también a un puñado de radicales, pero al ex mandatario no le interesa la UCR ni los legisladores de la Coalición Cívica, que se quedarían en la vereda de enfrente junto a los diputados que responden a Horacio Rodríguez Larreta y a María Eugenia Vidal.

Macri anida en su fuero íntimo una revancha. En primer lugar, el derrotero del gobierno de Alberto Fernández reivindicó en parte su gestión. Pero le queda subsanar las reformas que no hizo y que derivaron en el rechazo a su reelección y el regreso de Cristina al poder. Hace tiempo que observa que esa tarea sólo la podía cumplir Milei, por eso no dramatiza la debacle de Juntos por el Cambio y privilegia las posibilidades del gobierno electo. El fracaso de Milei, sería también el de él.

Mauricio Macri. Detrás del armado del gobierno de Milei. Mauricio Macri. Detrás del armado del gobierno de Milei.

Cristina, en cambio, quiere vengarse de tantas disidencias de Randazzo, como la que la llevó en las elecciones legislativas el 2017 a ser derrotada por Esteban Bullrich porque el dirigente de Chivilcoy armó una propuesta peronista por afuera; o, más lejos aún, cuando en el 2015 rechazó ir como candidato a gobernador porque pretendía una interna presidencial contra Daniel Scioli. La venganza no prescribe. Esas faltas de apoyo podrían declinar las posibilidades de Randazzo.

En su primera semana electo, Milei ha vivido el cambio. Dejó a Victoria Villarruel sin el manejo de las áreas de Seguridad y Defensa; bajó a Carolina Píparo de Anses; marginó a Emilio Ocampo del Banco Central; dejó ir a Carlos Rodríguez. Y nombró a dos funcionarios de Juan Schiaretti como Osvaldo Giordano en Anses, y Franco Moguetta en Transporte. ¿Qué lo hizo cambiar?

El plan económico

“El verdadero ministro de Economía va a ser Milei. Por eso necesitaba un operador que le consiguiera dólares y designó a Luis Caputo; y a alguien que le diseñara un recorte del gasto, y allí surge Federico Sturzenegger con la modernización del Estado”, resumía un empresario el viernes en el hotel Alvear, en ocasión del almuerzo de fin de año de la Cámara de Comercio Suizo Argentina.

“Lo que Milei debe hacer es ir al Fondo Monetario y decirles, no necesito nada; pero cuando lleve adelante el plan que voy a aplicar, ahí si necesito que me ayuden”, resumía ante unos 500 comensales el economista Ricardo Arriazu. Este lunes el presidente electo estará en Washington para reunirse con el FMI y funcionarios del Departamento de Estado.

Cuesta saber cómo hará para llevar adelante un ajuste de 15 puntos del PBI, como anunció. Según Arriazu, las partidas discrecionales que el gobierno envía a las provincias por afuera de la coparticipación -los ATN- equivalen a un 0,7% del PBI; y otro tanto significan las partidas destinadas a las empresas públicas como Aerolíneas, trenes, etc. Aproximadamente 1,4% del PBI entre ambas. ¿Y el resto?

El plan de escape de Alberto

Alberto Fernández, que en dos semanas culminará su mandato, podría ser recordado de varias maneras. “El peor presidente de los últimos 40 años”; “el presidente que tenía menos poder que su vicepresidenta”; “el presidente del 1.000% de inflación”; “el presidente sin legado político”.

El reflejo de esos calificativos no es ajeno al propio Fernández, que probablemente luego de entregarle la banda presidencial a Milei, se vaya corriendo a Ezeiza para volar a España e instalarse allí, capitalizando el vínculo personal que sembró con el presidente español Pedro Sánchez. Para beneficio propio, no de los argentinos.

España. EL destino que eligió Alberto Fernández.. Foto: Luciano ThiebergerEspaña. EL destino que eligió Alberto Fernández.. Foto: Luciano Thieberger

“Tengo algunas propuestas en España para ir a dar clases”, aseguró días atrás en una entrevista con El País de España. Sería interesante dilucidar quién podría estar interesado en las clases de un presidente que además de orillar el 1.000% de inflación en sus cuatro años de gestión; triplicó los planes sociales para llevarlos a un millón y medio; llevó la pobreza al 43%; incurrió en una emisión enorme del peso; profundizó el cepo cambiario; logró que el 40% de los trabajadores estén precarizados y sin aportes porque están en negro; o que un segmento de los trabajadores en blanco sean pobres.

Al igual que Cristina Kirchner, la vicepresidenta que lo entronizó en el cargo, ahora Fernández sobrelleva en sus espaldas la condena social de no poder transitar libremente por las calles del país que gobierna, o concurrir a un restaurante como el resto de los mortales o disfrutar de una obra en un teatro.

Tal vez el mandatario saliente crea que pasará desapercibido por las calles de Madrid. Difícil, porque se trata de un país hacia donde han emigrado 328 mil argentinos durante su gobierno, cifra que ha aumentado en un 83% respecto del 2022.

El país está paralizado desde hace más de un año en el lodazal de una campaña electoral interminable; se sufrieron la integración de las listas de precandidatos, las alianzas por conveniencia y las disputas internas con niveles de una agresión impensada.

El electorado padeció trolls, prácticas de clientelismo puro, campañas demagógicas, negativas y sucias. Se dieron cuatro debates presidenciales y dos vicepresidenciales en los medios. Hubo PASO, elección general y balotaje. Un tiempo perdido que volverá a perderse en un año, cuando la lógica de la política empiece a elucubrar la campaña electoral para las elecciones de medio término. ¿Es necesario? ¿O habrá llegado el momento de evitar elecciones cada dos años, repensar las primarias y terminar definitivamente de separar los comicios provinciales de los nacionales?

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