Franja de Gaza: «Regresamos a la Edad de Piedra»

Namzi Mwafi, de 23 años, tiene un único trabajo, día tras día:

encontrar agua para su familia.

Decenas de miembros de su familia se refugian juntos en un departamento de dos habitaciones en Rafah, una ciudad del sur de la Franja de Gaza cercana a la frontera con Egipto.

La mayor, su abuela, tiene 68 años; la más joven, una prima, tiene 6 meses.

Para mantenerlos con vida, Mwafi dice que se levanta a las 4 de la mañana y pasa horas esperando agua en una abarrotada estación de servicio.

A veces, tiene que luchar para mantener su lugar en la cola, y otras, no queda nada cuando llega su turno.

sSe fabrican hornos de barro para cocinar debido a la falta de gas de cocina en la Franja de Gaza, 21 de noviembre de 2023. La vida en la asediada Gaza gira en torno a una lucha diaria por encontrar comida y agua. Prácticamente sin combustible ni carbón, las familias están quemando puertas y marcos de ventanas para cocinar lo que pueden gorronear. (Samar Abu Elouf/The New York TimessSe fabrican hornos de barro para cocinar debido a la falta de gas de cocina en la Franja de Gaza, 21 de noviembre de 2023. La vida en la asediada Gaza gira en torno a una lucha diaria por encontrar comida y agua. Prácticamente sin combustible ni carbón, las familias están quemando puertas y marcos de ventanas para cocinar lo que pueden gorronear. (Samar Abu Elouf/The New York Times

Cuando tiene suerte, empuja su pesado carrito hasta casa a través de la arena, y la familia raciona el acarreo a un vaso diario cada uno.

Según los organismos de las Naciones Unidas que operan en Gaza, prácticamente no queda gas ni otro combustible, por lo que algunas personas están construyendo hornos improvisados de barro o metal para cocinar.

La leña y el carbón también se han agotado en gran medida, por lo que las familias están quemando puertas, persianas y marcos de ventanas desvencijados, cartones y hierbas.

Algunos simplemente no cocinan y comen cebollas y berenjenas crudas.

Mujeres palestinas lavan platos en un campamento para desplazados establecido por el Organismo de Obras Públicas y Socorro de las Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en el Cercano Oriente, OOPS, en Khan Younis Gaza, 11 de noviembre de 2023. El desplazamiento ha contribuido a crear una crisis de higiene y ha provocado enfermedades que la Organización Mundial de la Salud advierte que podrían empeorar mucho más. (Samar Abu Elouf/The New York Times)Mujeres palestinas lavan platos en un campamento para desplazados establecido por el Organismo de Obras Públicas y Socorro de las Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en el Cercano Oriente, OOPS, en Khan Younis Gaza, 11 de noviembre de 2023. El desplazamiento ha contribuido a crear una crisis de higiene y ha provocado enfermedades que la Organización Mundial de la Salud advierte que podrían empeorar mucho más. (Samar Abu Elouf/The New York Times)

"Hemos vuelto a la Edad de Piedra", afirma Mwafi.

En respuesta al devastador ataque del 7 de octubre contra Israel por parte de Hamás, el grupo que controla la Franja de Gaza, Israel impuso lo que denominó un asedio total, cortando casi toda el agua, los alimentos, la electricidad y el combustible a los más de 2 millones de palestinos que viven en Gaza.

También lanzó miles de ataques aéreos contra el enclave y envió fuerzas terrestres para intentar acabar con Hamás.

Palestinos llenando bidones con agua de mar para lavar y cocinar, en la playa de Deir al-Balah, en el centro de la Franja de Gaza, el sábado 28 de octubre de 2023. Desde que Israel impuso el asedio a Gaza, también es difícil conseguir agua limpia para beber. (Samar Abu Elouf/The New York Times)Palestinos llenando bidones con agua de mar para lavar y cocinar, en la playa de Deir al-Balah, en el centro de la Franja de Gaza, el sábado 28 de octubre de 2023. Desde que Israel impuso el asedio a Gaza, también es difícil conseguir agua limpia para beber. (Samar Abu Elouf/The New York Times)

El viernes se inició un breve alto el fuego, el primero desde que comenzó la guerra hace siete semanas, y como parte de un acuerdo de rehenes entre Israel y Hamás, decenas de camiones con agua y otra ayuda humanitaria vital cruzaron a Gaza.

Sin embargo, el flujo de ayuda fue mucho menor de lo que solía entrar en el territorio antes de la guerra, y no había indicios de que fuera a durar más allá de los cuatro días de tregua acordados.

Antes del alto el fuego, había entrado poca ayuda humanitaria, muy inferior a la que necesitan los palestinos.

Y así, desde el norte hasta el sur, en campos de tiendas de campaña, departamentos, escuelas y hospitales, los residentes hacinados en espacios cada vez más reducidos han estado luchando cada día para satisfacer sus necesidades más básicas.

Sobrevivir

Sobrevivir se ha convertido en una empresa peligrosa a tiempo completo.

Un campamento de tiendas de campaña gestionado por las Naciones Unidas para palestinos desplazados en Khan Younis, en el sur de la Franja de Gaza, el miércoles 15 de noviembre de 2023. Alrededor de 1,7 millones de personas han sido desplazadas en Gaza desde que comenzó la guerra. (Yousef Masoud/The New York Times) Un campamento de tiendas de campaña gestionado por las Naciones Unidas para palestinos desplazados en Khan Younis, en el sur de la Franja de Gaza, el miércoles 15 de noviembre de 2023. Alrededor de 1,7 millones de personas han sido desplazadas en Gaza desde que comenzó la guerra. (Yousef Masoud/The New York Times)

Los días empiezan mucho antes del amanecer.

Las tareas parecen sencillas:

Buscar agua. Hornear pan. Comprar pañales. Mantenerse con vida.

Pero la gente no siempre lo consigue.

Según el Programa Mundial de Alimentos de las Naciones Unidas, el agua mineral transportada en camiones de ayuda sólo ha sido suficiente para el 4% de la población.

Las personas que no pueden acceder a la escasa agua mineral y desalinizada dependen del agua salobre de los pozos, que según la ONU no es segura para el consumo humano.

La harina también se está agotando, y la mayoría de los molinos de trigo han sido bombardeados, según la ONU.

Las agencias humanitarias han conseguido entregar pan, atún enlatado y barritas de dátiles a aproximadamente una cuarta parte de la población desde el 7 de octubre, pero la distribución se ve dificultada por los combates y el asedio, según el Programa Mundial de Alimentos.

Palestinos venden madera, cerámica y ropa usada en el sur de Gaza, el 14 de noviembre de 2023. Sobrevivir se ha convertido en una empresa peligrosa a tiempo completo en Gaza, con la ausencia casi total de bienes cruciales como el combustible. (Samar Abu Elouf/The New York Times)Palestinos venden madera, cerámica y ropa usada en el sur de Gaza, el 14 de noviembre de 2023. Sobrevivir se ha convertido en una empresa peligrosa a tiempo completo en Gaza, con la ausencia casi total de bienes cruciales como el combustible. (Samar Abu Elouf/The New York Times)

Algunos granjeros están sacrificando sus animales, cambiando sus futuros medios de subsistencia por la emergencia.

El Programa Mundial de Alimentos ha advertido de que sólo el 10% de los alimentos que Gaza necesita ha entrado en el territorio desde que comenzó la guerra, lo que ha creado "una enorme brecha alimentaria y un hambre generalizada".

"La harina de trigo, los productos lácteos, el queso, los huevos y el agua mineral han desaparecido por completo" del mercado, declaró este mes Alia Zaki, portavoz del Programa Mundial de Alimentos.

El colapso virtual del sistema de alcantarillado y el desplazamiento de cerca de 1,7 millones de palestinos, que se han amontonado en campamentos y hacinados en casas de familiares, también han provocado una crisis de higiene y enfermedades que la Organización Mundial de la Salud advierte que podría empeorar mucho.

Efectos

La diarrea, la sarna y los piojos están haciendo estragos entre la población, golpeando con especial dureza a los niños más pequeños.

Las tiendas están vacías.

Los bancos están cerrados.

No hay electricidad.

Mwafi dice que se licenció en ingeniería informática un mes antes de la guerra.

Un campamento de tiendas de campaña gestionado por las Naciones Unidas para palestinos desplazados en Khan Younis, en el sur de la Franja de Gaza, el miércoles 15 de noviembre de 2023. Los gazatíes se han hacinado en campamentos de tiendas de campaña y espacios cada vez más reducidos, luchando por satisfacer sus necesidades más básicas. (Yousef Masoud/The New York Times)Un campamento de tiendas de campaña gestionado por las Naciones Unidas para palestinos desplazados en Khan Younis, en el sur de la Franja de Gaza, el miércoles 15 de noviembre de 2023. Los gazatíes se han hacinado en campamentos de tiendas de campaña y espacios cada vez más reducidos, luchando por satisfacer sus necesidades más básicas. (Yousef Masoud/The New York Times)

Soñaba con una vida en Canadá como videógrafo y acababa de empezar a incursionar en la creación de contenidos.

En sus redes sociales antes del 7 de octubre se ve a un joven con una sonrisa radiante en su graduación, rodeado de amigos y familiares.

Sus mensajes eran optimistas sin reservas, llenos de citas coránicas y afirmaciones de la cultura pop sobre la vida positiva, el amor, la amistad y la esperanza.

Ahora se trata de seguir vivo.

"Nuestra estrategia ahora es sobrevivir el mayor tiempo posible", afirma.

"Si antes tenía ambiciones y esperanzas de un buen futuro y de cumplir los sueños que tenía de niño", dijo, "ahora mi máxima ambición es poder comer, beber agua y dormir".

Antes de que empezara la guerra, Gaza llevaba 16 años bloqueada por Israel y Egipto, y la situación humanitaria allí se deterioró rápidamente, agotándose las reservas a los pocos días de comenzar el asedio a principios de octubre.

Vendedores de comida artesanal en el campamento para desplazados establecido por la UNRWA, la agencia de Naciones Unidas que ayuda a los palestinos, en Khan Younis, en el sur de la Franja de Gaza, 22 de noviembre de 2023. Una gran mayoría de las tiendas están cerradas o vacías en Gaza, y la gente compra y vende productos de manera informal, según las Naciones Unidas. (Samar Abu Elouf/The New York Times)Vendedores de comida artesanal en el campamento para desplazados establecido por la UNRWA, la agencia de Naciones Unidas que ayuda a los palestinos, en Khan Younis, en el sur de la Franja de Gaza, 22 de noviembre de 2023. Una gran mayoría de las tiendas están cerradas o vacías en Gaza, y la gente compra y vende productos de manera informal, según las Naciones Unidas. (Samar Abu Elouf/The New York Times)

"Incluso antes del 7 de octubre, el 70% de la población de Gaza dependía de algún tipo de ayuda humanitaria", declaró Zaki, portavoz del Programa Mundial de Alimentos.

"Y la franja tenía algunas de las tasas de pobreza y desempleo más altas del mundo".

La gran mayoría de las tiendas están ahora cerradas o vacías, y la gente compra y vende bienes sobre todo de manera informal, según Naciones Unidas.

Con la electricidad cortada y la mayoría de los bancos cerrados, los pocos que tienen fondos no pueden conseguirlos. Incluso si pudieran, no hay mucho que comprar.

Crece una crisis de higiene

En mayo, Lujayn al-Borno, de 35 años, su marido y sus cuatro hijos -de entre 1 año y medio y 14 años- huyeron de Sudán, entonces un mes sumido en una guerra civil, hacia su Gaza natal.

Sabían que regresar a su tierra natal sería duro tras 13 años de prosperidad y relativa estabilidad en Sudán.

Pero tenían dinero y familia en Gaza, así que pensaron que estaban mejor que la mayoría.

Rápidamente se instalaron en un departamento del lujoso barrio de Rimal, en el norte de la ciudad de Gaza.

Entonces, el 7 de octubre, horas después del ataque dirigido por Hamás contra Israel, al-Borno dijo que la familia recibió una llamada del ejército israelí para evacuar su edificio porque iba a ser alcanzado en uno de los primeros ataques aéreos de la guerra.

Huyeron a la ciudad meridional de Jan Yunis y se refugiaron con familiares en un pequeño departamento que aún estaba en construcción.

Al-Borno visita todos los días una tienda cercana, pero suele estar vacía.

"Voy a buscar comida para mis hijos a pie y no encuentro nada", explica.

"Lloro todo el camino de vuelta a casa".

Pero su perseverancia y el dinero que aún le queda dan sus frutos de vez en cuando.

Hace poco consiguió dos paquetes de pañales para Jameel, su hijo pequeño, pero sólo después de un largo viaje a otra parte de Gaza.

Al-Borno también compró mantas a una familia desplazada que las había recibido gratuitamente como ayuda humanitaria, dijo.

Estaban tan desesperados por comer que estaban dispuestos a pasar frío.

Aya Ibrahim, de 43 años, se refugia con sus hijos en una escuela gestionada por la ONU en el campo de Nuseirat, en el centro de Gaza.

"Los baños aquí están muy mal. Están todos bloqueados porque no tenemos nada de agua", dijo Ibrahim.

Los hombres y los niños, incluidos sus dos hijos adolescentes, duermen cerca de los baños, las mujeres en un aula un piso más arriba.

"El olor nos está matando", afirma.

Algunas mujeres prefieren hacer sus necesidades en bolsas de nailon dentro de un cubo, detrás de una cortina improvisada en el aula donde duermen.

Ibrahim dijo que la ONU distribuyó un paquete de compresas para las 30 mujeres que comparten el aula con ella.

Amal, otra mujer del mismo refugio, dijo que estaba tan desesperada por la falta de toallas sanitarias que había empezado a tomar píldoras anticonceptivas para detener por completo su periodo.

Aquí todos los niños están enfermos

Cuando sus hermanos huyeron del norte de Gaza, Ahmed Khaled dijo que se quedó para mantener con vida a su madre, que no puede caminar.

El ejército israelí había advertido a la gente que se dirigiera al sur, pero él dijo que su madre era demasiado frágil para moverse.

"No puedo dejarla sola", dijo por teléfono a principios de este mes.

"Además, ningún lugar es seguro".

Así que, mientras los proyectiles y las bombas israelíes caían cerca, dijo que trasladó a su madre, su esposa y sus tres hijas a un complejo escolar de la ONU en la ciudad de Beit Lahiya, junto a miles de otras personas desplazadas.

Khaled, de 39 años, dijo que había estado tratando de hacer las paces con esa decisión a medida que la guerra se intensificaba a su alrededor y la vida se hacía cada vez más insostenible.

La familia sobrevivía a base de arroz y agua sucia, dijo, y la única tienda que seguía abierta tenía casi todas las estanterías vacías.

Aun así, Khaled dijo que tenía que salir a buscar comida.

"Voy andando o en bicicleta a la tienda, sin saber si volveré", dijo.

"Aquí todos los niños están enfermos", añadió.

"Diarrea y dolor de estómago. Está muy sucio".

Mencionó el hambre y las enfermedades casi como algo secundario, teniendo en cuenta la feroz guerra que asola a su alrededor en el norte de Gaza.

"Los bombardeos nos rodean todo el tiempo", afirma.

Al día siguiente de la entrevista, el 18 de noviembre, la escuela donde se refugiaba Ahmed fue bombardeada junto con otra escuela de la ONU en el norte de Gaza.

El Secretario General de la ONU se declaró "profundamente conmocionado" por el hecho de que dos escuelas de la ONU en las que se habían refugiado familias fueran atacadas en menos de 24 horas, y añadió que decenas de personas habían muerto o resultado heridas.

El ejército israelí dijo que estaba revisando el episodio.

Los periodistas de The New York Times no han podido ponerse en contacto con Khaled desde entonces.

c.2023 The New York Times Company

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