Destrucción creadora: ¿segundo acto?

El triunfo atronador de Javier Milei en la segunda vuelta es una señal clara de que en este país la mayoría le dijo “no va más” a quienes con mentiras y corrupción rampante nos empobrecieron tanto que sólo nos dejaron la alternativa de una motosierra para el escarmiento.

Destrucción creadora decía Schumpeter y Menem la intentó, aunque dejó un tendal a la intemperie y fue una oportunidad para pocos, pero la intentó y a los porteños nos queda la revolución del teléfono que pudimos conseguir y el sabor amargo de tiempos de estabilidad económica y promesas de futuro que el viento se llevó, entre pizzas y champagne.

Un outsider, tras meteórica carrera en la televisión y en las redes sociales, llegó a la presidencia y nos abrió la puerta a lo desconocido. Sin embargo, en los pocos días transcurridos desde su victoria, abrió también una puerta al futuro.

En efecto, “el león Milei” ya no ruge para expresar la bronca que llevó a muchos a identificarse con sus consignas. Ahora, razona la composición de su gobierno con un pragmatismo que sorprende a propios y extraños.

Conversa con el Papa , mantiene una ambigüedad que lo lleva a invitar a Orbán, el autócrata húngaro -para escándalo de no pocos que ven la amenaza del avance de la ultraderecha en el mundo occidental-, pero decide hablar primero con Biden y luego con Trump y recomponer sus relaciones con China.

La Argentina te da sorpresas, nos decía Pancho Aricó, el entrañable intelectual que supo pensar los tiempos difíciles que transitamos en el siglo XX. Por cierto, Milei nos advirtió en su discurso de la victoria que serían bienvenidos los miembros de buena voluntad de “la casta” que se acogieran el lema de “Viva la Libertad”.

La libertad, una consigna abstracta, pero que recoge las frustraciones de una pandemia de encierro y escándalos de fiestas prohibidas en Olivos, de vacunas de privilegio, de vuelos dispendiosos a Moscú, de cuentapropistas quebrados ,de educación suspendida, de un tendal de muertos y de quienes no pudieron despedir a sus seres queridos.La Argentina toda estuvo en modo espera y hoy llega un experimento de cambio.

“¿Y ahora qué?”, se preguntan los argentinos, ¿cómo cambiará nuestras vidas amenazadas por una hiperinflación en puertas y una economía quebrada? La espantosa situación en la que se encuentra la mayoría de los argentinos ayudó a pensar que las cosas no podrán sino mejorar.

La novedad de este liderazgo de una fuerza , ni radical ni peronista, sin organización ni experiencia previa, es que anuncia que se viene el valle de lágrimas, que será muy difícil transitar hacia las reformas que nos permitan volver a ser un país de crecimiento y bienestar social.

A muchos nos cuesta imaginar esta alternativa como lo fue la de un Konrad Adenauer en la Alemania del milagro, difícil pero exitosa. El valle de lágrimas se prolongó en Alemania cuatro o, tal vez, cinco años. A sabiendas de que lo que se pueda ahorrar con el recorte de los privilegios a la casta política no alcanza para paliar la desastrosa herencia recibida.

Milei será un presidente débil, desafiado a construir alianzas porque enfrenta un Congreso en el que sólo cuenta con el 10 % de los senadores y el 15% de los diputados y además, la amenaza de la rebelión en las calles de los que no quieren aceptar que se modifique el statu quo.

Cuenta con una sociedad que pide cambios, pero que saldrá a reclamar si no percibe que esos cambios la benefician en lo inmediato. El desafío que enfrenta el Presidente electo es la cuadratura del círculo, pero no hay otro camino que el de emprender la estabilización de una economía dislocada y las reformas estructurales que pongan fin al Estado colonizado por intereses corporativos que succionan los recursos de todos y engrosan bolsillos privados.

La pregunta que hoy nos hacemos todos es: ¿podrá Milei dar respuesta a estos desafíos?. Acaso podremos los argentinos apreciar que las reformas estructurales se han venido haciendo “en negro” con la mitad de la población económicamente activa en la informalidad…Cuando la ex presidente Cristina Kirchner se ufanaba de haber sacado a los argentinos de los partidos para poblar los supermercados, pocos parecían preocupados por el futuro de sus hijos. Hoy el futuro de los jóvenes cuenta y la mayoría de los que no pudieron irse del país votó por un cambio que dinamite todo lo que les roba el porvenir.

Empero, el sacrificio exigido por el difícil tránsito por el valle de lágrimas deberá ser mitigado por una política social que atienda a los desprotegidos que hereda de esta administración irresponsable y venal. En caso de no hacerlo, sería un darwinismo social, ajeno a esta sociedad de tradición igualitaria. Una tradición malversada por supuestos progresistas que sólo se dedicaron a multiplicar los pobres y no los panes.

No sabemos si quienes encabezan este cambio estarán a la altura de los desafíos. Sin embargo, sabemos que será necesario dejar atrás el faccionalismo que abonó la polarización extrema y forjar acuerdos para hacer efectivas las reformas.

El mundo de falsedad en que vivimos no se sostenía más. Las reformas en una economía estabilizada eran condición sine qua non de los candidatos que compitieron con ambición de ser más que un liderazgo testimonial.

Liliana De Riz es socióloga. Investigadora superior del Conicet. Miembro de Número de la Academia de Ciencias Morales y Políticas

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