La cumbre Biden-Xi Jinping y la contención del desorden global
El conflicto de la Franja de Gaza reactivó la “diplomacia de Cumbres” donde quedaron involucradas la Liga Árabe; la Organización de Cooperación Islámica y los “países BRICS”.
Estos eventos en verdad constituyen el espejo de una realidad internacional fragmentada y ponen en evidencia la irrelevancia del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. En paralelo, el encuentro de los Presidentes Biden y Xi marcó una conclusión inapelable: en ese espacio habita el poder.
El mundo árabe-islámico fue incapaz de lograr acuerdos. El maximalismo diplomático de Irán imposibilitó el consenso. El boicot a Israel y evacuación de todas las bases americanas en la región no figuran en la agenda de viejos aliados de Washington, como Egipto, Qatar y Arabia Saudita, que en ese escenario quedaban expuestos a las ambiciones iraníes. A la fecha, nadie en la región está dispuesto a renunciar a la garantía del paraguas de seguridad que les ofrece Washington desde su base qatarí, la más grande del Medio Oriente.
Los países BRICS tampoco pudieron lograr avances en orden a obtener “una tregua humanitaria inmediata”. La ausencia de una “Declaración Común” no puede justificarse en la “falta de tiempo” esgrimida por el presidente sudafricano Cyril Ramaphosa, país huésped de esta “Cumbre Virtual”.
La verdad está en otra parte: Rusia y China no aceptaron condenar los “crímenes de guerra” de Israel, ni la ruptura de relaciones diplomáticas con Tel Aviv/Jerusalén que propició Irán- recién ingresado a los BRICS- acompañado por Sudáfrica, un país donde el Partido del Poder -Congreso Nacional Africano- establece un paralelismo entre el pueblo palestino y su lucha histórica contra el apartheid.
Los BRICS lejos estuvieron de lograr un consenso que les hubiera permitido esgrimir la representación del llamado “Sur Global”. Un episodio reflejó la irrelevancia de esta Cumbre: el Primer Ministro de India, Narendra Modi, participó a medio tiempo, alegando compromisos previos.
La verdad está en otra parte: la India apoya a Israel. India es una “democracia étnica” y el nacionalismo que inspira al Partido gobernante Janata, se nutre del conflicto con la significativa minoría islámica que habita en la India, el 20% de la población.
Cabe también señalar que India mantiene un histórico conflicto con su vecino musulmán: Pakistán, un país objetivamente aliado de China. Ambos han guerreado con India y ambos mantienen conflictos en torno a Cachemira y a los límites en el Himalaya.
Mas allá de esta diplomacia de Cumbres ligada al conflicto del medio Oriente, en San Francisco el 15/11 se reanudó con cautela el diálogo Biden/Xi en el marco del Foro de Cooperación Asia-Pacífico.
Ambos países comparten un interés específico: remediar el peligro que suponen los incidentes periódicos que se producen cuando patrullas chinas y americanas se cruzan en el espacio aéreo y marítimo en torno a la isla de Taiwan, ahora en plena movilización electoral.
También es cierto que una pausa le conviene a un Presidente americano en campaña y a una China que observa con preocupación un dato clave: la salida de capitales supera el ingreso, a lo que se suman los inconvenientes derivados de las restricciones que Washington impone al comercio de productos de alta tecnología.
Así se explica el discurso del presidente chino en el Foro: trató de cautivar a los principales líderes empresariales americanos ante quienes afirmó que “las puertas de las relaciones chino americanas jamás serán cerradas”, pensando obviamente en inversiones. Hubo también un compromiso chino que beneficia a los EE.UU: la suspensión de las exportaciones de componentes químicos necesarios para la fabricación de fentanillo, un opioide sintético que causa cientos de miles de muertes en los EE.UU. Finalmente figuraron en la agenda de acuerdos el incremento de los vuelos entre ambos países y la cooperación en materia climática.
Decididamente el tono cambió y el realismo se observa en el interés chino en suspender la agresiva “diplomacia militante” que caracterizó hasta hace poco tiempo la conducta de los Embajadores chinos en Europa y los Estados Unidos. El viento económico cambió en China, el crecimiento se detiene, la industria inmobiliaria está en crisis, la desocupación afecta a los jóvenes y finalmente en Pekín nadie ignora un dato central: las perspectivas demográficas no son buenas. En el 2022 la tasa de fecundidad por mujer alcanzó el 1,18 contra el 1,66 en los Estados Unidos.
En estas condiciones el juego estratégico global cambia y Pekín está reseteando su política exterior. El discurso optimista, consagrado a la declinación americana, fue modificado desde una perspectiva menos ideológica. La participación americana en el PIB mundial es estable, en el 2022 los Estados Unidos representaron un cuarto de la economía mundial, le sigue China con el 18% y luego aparecen la Unión Europea con el 17%, aJapón en retroceso y la India en rápido ascenso.
En el año 2015 los presidentes Obama y Xi afirmaron “que el Pacífico es lo suficientemente grande para ambos países”, ese escenario reflejaba la jerarquía en el Asia Pacífico. Ahora, en San Francisco, Xi cambió de frecuencia: “El planeta Tierra es lo suficientemente grande como para que los dos países tengan éxito. El éxito de uno supone una oportunidad para el otro”. Decididamente, en menos de diez años las ambiciones chinas no dejaron de crecer.
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