Fracasos que valen oro
Dicen que los números dominan el mundo. Los del curso de ingreso al Colegio Nacional de Buenos Aires son tan impiadosos como cualquier otra contabilidad: de los 874 inscriptos, solo 450 obtuvieron una vacante para comenzar el secundario el año que viene. Algo más de uno de cada dos. La mitad de esa multitud de niños y niñas de 12 a 13 años no lo logró.
Colegio Nacional Buenos Aires. Foto: Rafael Mario Quinteros.
Y sin embargo, esa mitad que no cursará la educación media en ese colegio que depende de la Universidad de Buenos Aires se esforzó tanto como la mitad exitosa. Además de asistir a clases en su escuela primaria (pública o parroquial, bilingüe o laica privada, el universo del ingreso es rico y variopinto), eligieron madrugar los sábados de marzo a noviembre para estudiar.
El nivel de las lecciones es alto y el material de estudio, desafiante. Cada asignatura debe ser aprobada y la suma total de puntos a conseguir es 1000. No hay espacio para todos, de manera que cada chico sabe que compite con el resto por un asiento.
Atajos y meritocracia
Hay estudiantes que obtienen excelentes calificaciones asistiendo solo a las clases del colegio, las de los sábados. Hay otros chicos y chicas que optan por el refuerzo de las clases extra que el propio colegio ofrece, gracias a la labor voluntaria de estudiantes y docentes. Y hay familias que pueden permitirse la contratación de un acompañamiento pedagógico privado. Porque la meritocracia siempre esconde sus atajos.
A ojo de buen cubero, la cantidad de aspirantes no mermó tras los primeros exámenes. Siempre se puede remontar una nota flaca. Pero tampoco eran muchos menos los que salieron por la monumental entrada de la calle Bolívar tras rendir la última prueba. Todos fueron celebrados con una ovación de sus familias.
COLEGIO NACIONAL BUENOS AIRES FOTO JORGE SANCHEZ
Nadie mejor que esas familias saben lo que costó madrugar cada fin de semana, subrayar páginas y páginas, resolver cálculos cada vez más intrincados y recordar tiempos pretéritos en el mundo y en la Argentina. El Colegio Nacional de Buenos Aires es exigente: pesa su tradición, pesan sus lógicas naturalizadas, pesan sus "licencias" pedagógicas y el curso de ingreso es apenas un muestrario de lo que vendrá.
La semana pasada 424 chicos y chicas no lograron su objetivo. Y sin embargo, se llevan una preparación cuyos resultados tendrán eco durante toda la educación media, sea donde fuere. Porque hay fracasos que valen oro.
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