Simenon, de García Márquez a Depardieu
A principios de los años cincuenta, Gabriel García Márquez se ganaba la vida vendiendo enciclopedias por los pueblos del Caribe colombiano. En un hotel, durante un viaje, leyó un cuento policial que lo fascinó. Era de Georges Simenon, autor belga que escribía como si no hubiera un mañana y que, además, tenía la infrecuente capacidad de lograr la calidad en la cantidad.
García Márquez entregó el libro como parte de pago por el alojamiento, canje que seguramente se le debe haber ocurrido muy ventajoso, pero que habría de disparar en él una obsesión que le duró cuarenta y cuatro años. Porque olvidó el título del relato pero no su trama, y se pasó décadas narrándolo a otros para que lo ayudaran a conseguirlo de nuevo.
García Márquez y Cortázar: unidos por un cuento de Simenon.
Julio Cortázar, en los ochenta, le dijo de qué cuento se trataba y en qué libro había sido publicado en Francia. Pero García Márquez recién pudo reencontrarse con el elusivo texto en 1993, cuando le pidieron que prologara la edición en español de las obras completas de Simenon.
El relato se llamaba “El hombre en la calle” y era la historia de un comisario de la Policía Judicial de París, Jules Maigret, que seguía incansablemente al sospechoso de un crimen para forzarlo a cometer el error que lo delatara. El colombiano volvió a leerlo y ratificó que se trataba de un cuento magistral, pero (trampas de la memoria) distinto a como lo recordaba.
García Márquez contó esta aventura de olvido y redescubrimiento en un pequeño libro de 1994, que también incluía “El hombre en la calle”, y que fue mi puerta de entrada al universo Simenon.
Georges Simenon (1903-1989) publicó unos 200 libros.
En los noventa, las librerías de saldo de la avenida Corrientes rebalsaban de novelas del comisario Maigret que costaban chirolas. Todas eran muy disfrutables y se podían leer perfectamente sin la obligación de seguir un orden correlativo. Y las que no formaban parte de la saga, como “La prometida del Sr. Hide” o “El gato”, aunque más caras, me resultaban más deliciosas todavía.
Simenon, que a su muerte en 1989 dejó una obra de unos doscientos libros, replica el milagro gardeliano y cada día escribe mejor. El año pasado se editaron aquí dos joyitas de su “período americano”: “El fondo de la botella” y “La muerte de Belle”.
Gérard Depardieu en el filme Maigret y la joven muerta (Prime Video).
La plataforma Prime Video acaba de estrenar la película “Maigret y la joven muerta”, con Gérard Depardieu en el rol del comisario francés. Este tipo de adaptaciones suelen ser un ticket dorado a la decepción. Pero no en este caso. Depardieu compone a un Maigret al borde del retiro y obligado a cuidar su salud, que debe esclarecer la muerte de una bella muchacha recién llegada a París. Es el Maigret que hemos leído tantas veces: taciturno, obsesivo, gris. Pero, además, en este caso, turbado. Hay algo del orden del deseo que lo inquieta. Pienso (quiero creer) que a García Márquez le hubiera encantado el Maigret de Depardieu, tan lejos del héroe, tan cerca de un hombre atribulado.
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