Ramón Carrillo, el primer ministro de Salud: Revolucionó la salud pública y terminó exiliado

Ramón Carrillo: Un comprometido ante la adversidad

Aparte de su destacada labor en la medicina, Ramón Carrillo fue un alumno brillante y comprometido desde joven, con convicciones fuertes que lo llevaron a seguir la carrera de medicina. En 1930, obtuvo una beca de la UBA que le permitió viajar por Holanda, Francia y Alemania para perfeccionarse como neurólogo y neurocirujano, regresando a Buenos Aires en 1933, en plena década infame.

Tras perfeccionarse como médico, Ramón Carrillo organizó el servicio de neurocirugía del Hospital Militar, que lo puso en contacto con varias de las enfermedades que asolaban los rincones más escondidos del país.

Tras perfeccionarse como médico, Ramón Carrillo organizó el servicio de neurocirugía del Hospital Militar, que lo puso en contacto con varias de las enfermedades que asolaban los rincones más escondidos del país.

En 1937, poco después de recibir el Premio Nacional de Ciencias, fue convocado para organizar el Servicio de Neurocirugía del Hospital Militar Central, donde tuvo la oportunidad de atender a los conscriptos del interior y ponerse en contacto con las enfermedades propias de cada región de la Argentina, muchas de ellas originadas en la pobreza. Fue precisamente en el Hospital Militar donde conoció a Juan Domingo Perón, un encuentro que sería decisivo tanto para su futuro como el de la salud pública del país.

La transformación del sanitarismo como ministro de Salud

En 1946, Juan Domingo Perón designó a Ramón Carrillo al frente de la Secretaría de Salud Pública, más tarde elevada al rango de ministerio. Durante los ocho años de su gestión, en combinación con la Fundación Eva Perón, Carrillo realizó una tarea titánica, construyendo 21 hospitales con una capacidad de 22 mil camas entre 1946 y 1951, junto con policlínicos en lugares diversos puntos del país, como Buenos Aires, Catamarca, Salta, Mendoza, Jujuy, Santiago del Estero, San Juan, Corrientes, Entre Ríos y Rosario.

Además de establecerse la gratuidad de la atención de los pacientes, los estudios, los tratamientos y la provisión de medicamentos, creó un novedoso tren sanitario que recorría el país durante cuatro meses al año, haciendo análisis clínicos y radiografías y ofreciendo asistencia médica y odontológica hasta en lugares remotos del país donde nunca había llegado un médico.

Como ministro de Salud, Ramón Carrillo llevó a cabo una verdadera revolución: construyó cientos de hospitales, lanzó campañas de vacunación y creó la primera fábrica nacional de medicamentos. Bajo su gestión, se erradicaron varias enfermedades y se demedió la mortalidad infantil.

Como ministro de Salud, Ramón Carrillo llevó a cabo una verdadera revolución: construyó cientos de hospitales, lanzó campañas de vacunación y creó la primera fábrica nacional de medicamentos. Bajo su gestión, se erradicaron varias enfermedades y se demedió la mortalidad infantil.

También se lanzaron planes masivos de educación sanitaria y campañas intensivas de vacunación, logrando erradicar el paludismo y reducir significativamente la incidencia de otras enfermedades, como el tifus, la brucelosis, la sífilis y la enfermedad de Chagas. Además, se redujo en un 75% el índice de mortalidad por tuberculosis y se logró disminuir la mortalidad infantil a la mitad.

Ramón Carrillo impulsó la creación de EMESTA, la primera fábrica nacional de medicamentos, ideada para abastecer de remedios a bajo precio, y además, apoyó a laboratorios nacionales a través de incentivos económicos, procurando que la población tuviera acceso a los remedios.

Internas con el peronismo y exilio a Estados Unidos

Sus variadas críticas al peronismo, expresadas en distintas oportunidades (junto a una hipertensión arterial maligna que lo aquejaba), llevaron a que Perón le exigiera la renuncia en 1954. Carrillo debió abandonar el país y, tras obtener una beca de investigación, partió con toda su familia hacia Estados Unidos con la esperanza de tratarse de su enfermedad. Sin embargo, el triunfo de la denominada “Revolución Libertadora” lo dejó sin recursos y lo obligó a emplearse en Hanna Mineralization and Co., una empresa minera que tenía un emprendimiento a unos kilómetros de Belem do Pará, en Brasil.

Carrillo terminó exiliado en Estados Unidos tras criticar en diversas oportunidades al peronismo, además de ser acusado de corrupción. Moriría poco después a los 50 años de un accidente cerebrovascular.

Carrillo terminó exiliado en Estados Unidos tras criticar en diversas oportunidades al peronismo, además de ser acusado de corrupción. Moriría poco después a los 50 años de un accidente cerebrovascular.

«Si yo desaparezco, queda mi obra y queda la verdad sobre mi gigantesco esfuerzo donde dejé la vida. No tengo odios y he juzgado y tratado a los hombres siempre por su lado bueno, buscando el rincón que en cada uno de nosotros alberga el soplo divino» (Ramón Carrillo al periodista Segundo Ponzio Godoy)

Mientras tanto, en Buenos Aires sus propiedades fueron allanadas y Carrillo fue acusado de enriquecimiento ilícito y malversación de fondos. Poco después, el 20 de diciembre de 1956, moría a los 50 años el fundador del sanitarismo argentino luego de sufrir un accidente cerebrovascular.

Ramón Carrillo, a través de su trabajo incansable, sentó las bases de un sistema de salud pública comprometido con el bienestar de todos los argentinos, abordando los factores sociales que impactan en la salud de una nación más allá de los gérmenes microbianos. Su legado nos recuerda que la salud es un derecho fundamental que debe garantizarse para todos, sin distinciones ni exclusiones.

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