De Calígula a los samuráis y otras “lecciones” de historia

Quien se aficiona a conocer la historia a través de productos artísticos como series y películas, está perdido. Yo me doy perdida, porque me encanta hacerlo de esta manera. Creo que la afición me viene de cuando era chica y mi vecina me prestaba las novelas de Jean Plaidy. Una las leía y podía imaginarse a Isabel la Católica y a Enrique VIII diferente de las lecciones de historia de la escuela.

A mí, si Hernando del Pulgar, un cronista de la época, al que llegué quien sabe cómo, no me decía que la reina Isabel era “bien compuesta. Muy blanca y rubia, los ojos entre verdes y azules, cara hermosa y alegre, mirar gracioso y honesto, las facciones del rostro bien puestas”, me la imaginaba una petisa culibaja y gruñona y que lo trataba a Colón como a un trapo.

Ya sé que esto que afirmo hará que los historiadores se agarren de los pelos y despotriquen contra mí. Pero comprendan que los legos no tenemos la capacidad, si no es con una ardua formación en historia, para desentrañar documentos. Por algo existe la novela histórica, que tuvo su apogeo en el siglo XX, aunque viene de bastante atrás.

O sea, que quien disfruta la novela histórica, probablemente se vuelque a ver las series documentales de historia. No tienen desperdicio.

Empiecen por El Imperio Romano, que nació en 2016 con la historia del Emperador Cómodo, aquel del loco berretín de convertirse en gladiador. Un detalle: imperdible aquí la figura de Marco Aurelio, quien defiende la bobería de su hijo con una resignación propia del padre de un millenial. La segunda temporada aborda la vida de Julio César y la tercera de Calígula. Hay un poco de ensalada, porque Cómodo debería estar al final del ciclo histórico. Por lo visto, cuando la planearon no confiaban en que siguiera con una segunda temporada. La serie está intervenida por doctores y profesores de historia especialistas en el tema en cuestión.

Toda la primera temporada me la pasé googleando sus nombres para saber si de verdad existían o eran actores haciendo de profes de historia. Lo son y publicaron libros sobre los temas que disertan.

En 2021, Netflix copió el formato y se metió con el mundo asiático. La era samurái: el Japón feudal del siglo XVI, con comentarios de expertos. Recientemente, se metió con Alejandro: la creación de un dios, donde además de las dramatizaciones y los eruditos en historia, se agregan las novedades sobre una excavación arqueológica en Alejandría. El momento elegido va desde que Alejandro Magno asume el trono hasta la derrota del rey Darío de Persia, y así expande su imperio.

No sé cuánto de rigurosidad hay en la construcción de estos poderosos, sin embargo, parecen impregnados por los gobernantes de hoy, democrátas o no, de ultraderecha o derecha a secas, nacionalistas, que se paran sobre el mundo como si fuera propio. Y nosotros, simples espectadores. Los escalofríos a la hora del día.

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