Kasparov, en la mira de Putin
El gobierno del autócrata ruso Vladimir Putin, quien pretende mantenerse el poder por –al menos- 36 años y batir el récord de zares y comunistas, ya liquidó a varios opositores relevantes, inclusive con misiones en el extranjero. Alexéi Navalni fue el caso más reciente.
Ahora colocó en la mira a uno de los ajedrecistas más laureados de la historia, Garry Kasparov, quien vive su exilio en Estados Unidos. En vísperas de las nuevas “elecciones presidenciales” rusas de esta semana, Kasparov fue incluido por el Kremlin en una lista de “terroristas y extremistas”. Kasparov calificó esa decisión como “un honor, que dice más sobre el régimen fascista de Putin que de mí”.
Poco después y a través de las redes sociales, agregó: “Hoy sería un buen día para agregar a Rusia, Putin y todos sus compinches a la lista de estados patrocinadores del terrorismo".
Nacido hace 61 años en Bakú, capital de Azerbaiyán, por entonces en la URSS, protagonizó un memorable duelo en la década del 80 con otro astro de los tableros, Anatoly Karpov. Este, ubicado hoy en otro andarivel político: es diputado por el partido de Putin (tras una larga militancia como “niño mimado” del régimen comunista).
Kasparov fue campeón del mundo entre 1985 y 1993. En 2013 se marchó de Rusia y desde entonces vive denunciando al régimen de Putin y últimamente, la invasión a Ucrania. Hace pocas semanas, al difundirse la muerte en prisión de Navalni, Kasparov no dudó: “Putin es el asesino”.
Condena a la invasión
Entre tantas cuestiones raras que hoy suceden en la política internacional, una de las más extrañas es porque supuestos “progresistas” avalan la brutal agresión de Putin a Ucrania. A pesar de la retórica belicista y xenófaba del líder ruso y sus acólitos, y hasta por sus amenazas atómicas, las “almas bellas” no se preocupan.
Kasparov lo tiene más claro, desde aquella noche de febrero del 2022 advirtió sobre el proyecto expansionista y sanguinario de Putin. El ajedrecista recordó que en su libro “Se acerca el invierno”, en 2015 y poco después de la invasión de Crimea, anticipó esta invasión.
“Yo escucho a Putin, y sé que los dictadores, mientras mienten por lo que han hecho, muy menudo nos dicen lo que van hacer. Así como Mi Lucha´ de Hitler sirvió de guía para los terribles crímenes que cometió, Putin siempre fue muy abierto sobre sus ideas. Siempre soñó con restaurar el Imperio Soviético. Fue él quien dijo en 2005 que el colapso de la Unión Soviética fue la gran catástrofe del Siglo XX”, declaró Kasparov a Forbes.
Y agregó: “Putin continuará la guerra mientras tenga los recursos. Por esta razón, asegura que la única forma de terminarla es con la liberación y victoria de Ucrania.
Es por esto que tenemos que olvidarnos de las negociaciones; de darle un poco a Ucrania, de dejar Crimea controlado por organismos internacionales. Me fastidia ver que el mundo libre sigue jugando, dilatando la entrega de armas que necesita Ucrania para ganar la guerra”.
La gran rivalidad
Kasparov era hijo de un ingeniero, muerto muy joven. Y fue su madre Klara, armenia y también ingeniera, quien lo educó y lo preparó intensamente al advertir las dotes especiales de Garry para el ajedrez. El 9 de noviembre de 1985, en la sala de conciertos Tchaikovsky en Moscú, se coronó su sueño: después de un histórico match, y tras una partida final extendida durante cinco horas, doblegó a Karpov por 13 puntos a 11 y se coronó como el campeón mundial más joven de la historia.
Los duelos Karpov-Kasparov por el título del mundo constituyen uno de los capítulos más apasionantes en la historia del ajedrez (algo así como un Nadal-Federer del tenis, Clay-Frazier de los pesos pesados o Poulidor-Anquetil en el ciclismo, por citar otras típicas rivalidades deportivas). Entre 1984 y 1990 se enfrentaron en cinco matches por el título, de los cuales Kasparov ganó tres, igualaron otro y uno más quedó indefinido. Pero su ventaja fue mínima: de las 144 partidas en las que se enfrentaron –convivieron durante 700 horas- Kasparov ganó 21 y Karpov 19, igualando las otras 104.
Reconocimiento
A pesar de sus distintas posiciones políticas, y de cómo aquellos juegos fueron el combustible para más pasión y enfrentamiento, Kasparov tiene reservada una opinión positiva sobre Karpov.
En 2005, Kasparov –ya retirado de las competiciones- se volcó a la política, inclusive intentó competir contra Putin con un partido “La Otra Rusia” (que correría la misma suerte que cualquier opositor). Dos años más tarde, lo arrestaron en una marcha de disidentes en la Plaza Pushkin y lo encarcelaron durante cinco días: “Me encerraron en una celda para tres personas, de 3 x 5 metros. Lo único que tenía era una botella de agua y una barra de chocolate, nada más. Pero la cárcel me sirvió para conocer a mis amigos. Karpov, con el que tuve una relación de odio durante nuestros duelos, fue el único que me visitó, el que me preguntó qué necesitaba; hasta me dejó una revista de ajedrez. En esta etapa de mi vida siento que estoy en deuda con él, no sólo por su visita sino porque él me creó. Es que sin Karpov nunca hubiera existido Kasparov”.
Kasparov vs. la máquina
Kasparov vive en un departamento de Manhattan con Sasha Tarasova, su tercera mujer, economista graduada en la Universidad de San Petersburgo. El maestro tiene cuatro hijos, de tres mujeres diferentes y una tumultuosa historia sentimental.
Visitó la Argentina en cuatro oportunidades, para distintas exhibiciones y siempre fue un acontecimiento ajedrecístico. También lo fueron sus matches con la computadora Deep Blue, de IBM. Kasparov ganó el primero en 1996, en Filadelfia, pero no pudo hacerlo en la revancha al año siguiente en Nueva Yori: el algoritmo había duplicado su capacidad de cálculo y velocidad. En “Pensamiento Profundo”, uno de sus libros, Kasparov reveló todos los detalles de aquellos juegos.
Comments are closed.