Jubilaciones y género, un análisis para llorar
Jubilaciones y género, un análisis para llorar
En estos meses desde la asunción del gobierno de Milei, el tema de las jubilaciones y los salarios de los jubilados es muy frecuente en las noticias, ya sea por los haberes y su marcada disminución, por la gran diferencia entre el aumento del costo de vida, que dio un salto considerable desde diciembre con la rápida desregulación de toda la economía, que sumado a la anterior constante inflación en aumento y la fórmula de actualización trimestral totalmente desfasada, resultó en una situación crítica y muy grave para más de la mitad de los jubilados que corresponden a los de menores ingresos. Esto se expresa en quienes están planteando que la opción es comer o curarse. En el diario PERFIL las notas al respecto han sido muchas, una que merece destacarse es la del sábado 1! de febrero del 2024 donde Agustina Bordigoni titula: “Sobrevivir en condiciones de mínima, ser jubilados en primera persona”, ilustrada con la foto de tres mujeres entrevistadas que relatan sus peripecias para llegar a fin de mes. El hecho de que sean las tres mujeres no es casual, porque las mujeres con mayor frecuencia, están entre las personas jubiladas con menores ingresos, o sea con la mínima. Esto se debe a que en su gran mayoría llegan a la edad jubilatoria habiendo desempeñado trabajos informales que carecen de la cobertura social que les permite jubilarse, otras han desempeñado trabaja formales, pero sus empleadores no han hecho los aportes y por lo tanto, ellas no tiene los requisitos y en otros muchos casos, han sido “solo” amas de casa ocupándose de ese trabajo no remunerado que sostiene a la familia, pero no tiene ningún reconocimiento económico. En este último, como en el de las trabajadoras informales, las moratorias les han permitido jubilarse. Esto no quiere decir que ellas no hicieron aportes, sino que los hicieron en forma concentrada, en general, a pagar en cuotas mensuales que les permite pagar lo adeudado mientras reciben la mínima. Esto debe señalarse porque hay una idea equivocada respecto a estos aportes, llegando a creer que no aportaron y parece un beneficio sin costo o gratuito que les otorga el Estado a costa de quienes aportaron.
Durante la discusión en el Congreso de la ley ómnibus, que incluía la reforma de la actualización de los haberes jubilatorios generó mucha discusión y se decidió retirarla. Sin embargo, permitió conocer algunos de los argumentos del Gobierno, que proponen la consideración diferencial, entre quienes se jubilaron como aportantes “regulares”, de quienes se jubilaron a través de una moratoria. A estos últimos, no se les quieren reconocer los mismos derechos, incluso en el bono que se concedió para morigerar el reducido ingreso de la mínima, se ajustó en forma descendente en proporción según tipo de la moratoria. Este argumento se basa en considerar las moratorias como una forma de evadir el pago de los aportes, desconociendo que se trata de una forma concentrada de pagarla. Las mujeres están sobrerrepresentadas en las jubilaciones mínimas, debido a la mayor inserción laboral en el sector informal o ser amas de casa, trabajo no remunerado que no es contabilizado económicamente. Además, si bien las tareas de quienes trabajan en casas particulares ayudando en los quehaceres domésticos por ley deben reconocerse, las registradas en estos trabajos solo el 22% está regularizado, es decir que gozan de la seguridad social que les permitirá jubilarse. Por eso la gran mayoría continúa en la informalidad y no tendrá posibilidades de jubilarse al llegar a la edad, sino a través de alguna moratoria, como lo tuvieron que hacer las que precedieron a la ley, y que son la gran mayoría. Los hombres también padecen esto, pero en menor medida, porque es más frecuente que se desempeñen en trabajos con beneficios sociales. Necesitamos urgente un nuevo sistema previsional que no discrimine a las mujeres por la diferente historia laboral.
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