El mundo, espejo de quienes somos

El mundo, espejo de quienes somos

Quiénes somos? ¿Somos quienes de niños nuestros padres educaron? “Compórtense bien”, “digan gracias y pidan por favor”, y otras tantas frases más que, como éstas, hemos escuchado una y mil veces en todos los hogares. Y cuando digo “todos” son todos, sin distinción alguna. Sin objeciones, se cumplía. Normas de buenas costumbres y de urbanidad. Así empezábamos a caminar hacia y por el mundo.

Hoy, el mundo nos interpela a repasar todo aquello aprendido. El mundo es nuestro espejo y nos muestra un crisol de pensamientos, creencias, valores y emociones representadas en conductas y comportamientos que emergen de nuestra libertad.

Son las dos caras de la moneda y de la misma realidad. De un lado, estamos inmersos en un escenario dominado por los avances e innovaciones tecnológicas al servicio de la salud y la educación, de la promoción de las relaciones interpersonales al acortar distancias y brechas generacionales y de la globalización. Del otro, nos adueñamos de guerras y pandemias, del hambre y de la pobreza. Construcción y destrucción. Promoción y degradación. El hombre como protagonista de su propia historia y la de la humanidad.

“El hombre y sus circunstancias”, diría Ortega y Gasset. El hombre y su entorno. El hombre, ser indeterminado y condicionado por sí mismo y el contexto. Explorando el mundo para encontrar las respuestas y el para qué de su existencia.

Entonces, vale preguntarse: ¿qué pasa si esas respuestas no llegan?, ¿qué pasa si el sentido buscado no se encuentra? El hombre y la barbarie. Sin importar el cómo y condicionados por la complejidad del contexto, vamos por más, aun cuando el costo sea demasiado alto. La irracionalidad animal y su instinto de supervivencia es el contrapunto de la racionalidad humana, en tanto la capacidad de controlar los impulsos por el aprendizaje y la cultura.

El hombre es un ser libre y volitivo. Elige y decide cómo vivir, los medios para dar el sentido de pertenencia y trascendencia a su vida. Pero, ¿es responsable de la consecuencia de sus actos? Porque ejercer la libertad implica responsabilidad frente y junto a la existencia del otro.

Si el mundo nos muestra más tinieblas que luces, más muertes que vida, más hambre que abundancia y más pobreza que riqueza, nos está reclamando algo y no podemos hacernos los distraídos: hacernos cargo del cambio que ponga fin a la autodestrucción humana. Mirar al otro como una persona digna de respeto, y aceptación como uno, es el punto de partida. Humanizar nuestro entorno más próximo, a través de comportamientos y acciones solidarias, es comprometerse a legar un mundo mejor para las próximas generaciones. La fuerza del cambio está en nuestras manos.

Este 31 de marzo se conmemora el Día Nacional del Comportamiento Humano, en homenaje a Francisco Rizzuto, luchador en favor de la solidaridad social y fundador de la Liga Pro-Comportamiento Humano. Su espíritu se funda en la promoción de los valores de igualdad, respeto y hermandad en la sociedad. Su legado, transmitir los valores éticos y espirituales a los niños para contribuir a la unidad social.

El hombre fue, es y será el protagonista de su propia historia y de la humanidad. La familia es la escuela por excelencia de los valores éticos y morales pilares de la cultura de la paz.

En palabras de Viktor Frankl: “Entre el estímulo y la respuesta hay un espacio. En ese espacio tenemos el poder de elegir nuestra respuesta. En nuestra respuesta se encuentra nuestro crecimiento y nuestra libertad”.

Vale la pena el intento. Quizás, nos sorprendamos de lo que somos capaces de hacer para honrar a nuestra especie transformando un mundo de incertidumbres en otro, con más certezas y en colores. Cada minuto es una oportunidad para resignificar el sentido de vivir y de obrar en el bien.

*Docente de las carreras de grado y posgrado del Instituto de Ciencias para la Familia de la Universidad Austral.

Comments are closed.