Cuando el rey Guillermo de Holanda agradeció, hace unos días, a los reyes de España por haber refugiado el año pasado en Madrid a su hija Amalia, la heredera al trono, es muy probable que el líder de la banda narco que amenazó de muerte a la primogénita de Guillermo de Orange y Máxima Zorreguieta, la argentina que se convirtió en reina, ya estuviera prófugo.
Karim Bouyakhrichan es el mandamás de la temida Mocro Maffia, una organización criminal de origen marroquí que opera principalmente en los Países Bajos. Había sido detenido en diciembre del año pasado en Marbella, en Andalucía, escenario donde la banda arraigó algunas de sus ramificaciones más productivas.
Inexplicablemente, la Audiencia Provincial de Málaga lo liberó, con medidas cautelares, mientras la Audiencia Nacional tramitaba el pedido de extradición solicitado por Holanda.
Hoy nadie sabe dónde está Bouyakhrichan, a quien todos conocen como Taxi. De nada sirvió que la Audiencia Provincial de Málaga le quitara el pasaporte, le impusiera una fianza de 50 mil euros y que le exigiera presentarse ante la Justicia cada 15 días, restricciones con las que Taxi fue obediente en un principio.
Amalia, la heredera al trono. Foto: AP
Pero la última vez que firmó en el juzgado fue el 1 de abril. Desde entonces, su paradero es desconocido.
Cinco años de investigación
España había iniciado una investigación en 2018 sobre la organización de origen magrebí que lidera Taxi. Tenía indicios de que Mocro Maffia operaba en la Costa del Sol, como se conoce a esa franja de playas y puertos andaluces cuyo punto de referencia es Málaga.
Además, en 2014, el hermano de Taxi, Samir Bouyakhrichan, había sido acribillado en un bar de playa en una madrugada de agosto, mientras coronaba una velada de fiesta con otros capos de clanes narco.
Samir tenía 35 años y lideraba Mocro Maffia con una estructura inspirada en la mafia italiana: una red de clanes de familias que se apoyan y protegen mutuamente.
El alma de las megafiestas en Dubai, Amsterdam, Medellín o Marbella que organizaba el clan era Samir, cuyo estilo de vida llamativo y ostentoso lo convirtió en un blanco fácil para sus rivales.
Captura del video que facilitó la Policía Nacional en enero de 2024 de la detención en Marbella de Karim Bouyakhrichan. Foto: EFE
Karim, por el contrario, siempre prefirió moverse en las sombras. Heredó la conducción de la organización y, con bajo perfil, afianzó los negocios, sobre todo, blanqueando en inversiones inmobiliarias, restaurantes y concesionarias de autos los millones de euros que recolectaba de la droga.
Afianzó la presencia de su clan en Málaga, en Marbella, en Barcelona y en Melilla, de donde huyeron sus padres y hermanas al enterarse de su detención.
Karim manejaba con astucia los desembarcos de droga en los puertos holandeses de Roterdam y Amberes. Habría blanqueado así unos seis millones de euros provenientes del narcotráfico.
En el momento de su detención, se bloquearon 172 propiedades, sobre todo las mansiones de Marbella -valoradas en más de 50 millones de euros- y le embargaron 178 cuentas bancarias entre las que se repartían tres millones más.
Cuando la Policía Nacional arrestó a Karim Bouyakhrichan en Marbella, el Ministerio del Interior lo definió como “el delincuente más buscado y peligroso de Países Bajos”.
Una temporada en Madrid
Las amenazas de Mocro Maffia hacia la princesa heredera al trono de Holanda -también lanzadas hacia el actual primer ministro en funciones, Mark Rutte- no hicieron dudar a sus padres que, con muy bajo perfil, mudaron a Amalia a Madrid, donde los reyes Felipe y Letizia la “apadrinaron”.
Blindada y muy bien custodiada, Amalia, de 20 años, siguió a distancia sus estudios de Política, Psicología, Derecho y Economía que cursaba en la Universidad de Amsterdam.
Los reyes de Holanda junto a sus tres hijas y su perrito Mambo. Foto: Reuters
En enero de 2023, Máxima la visitó. Y aunque intentó camuflarse con gafas y gorro de lana, las revistas de chimentos la pescaron paseando con Amalia y su perrito Mambo por la Milla de Oro madrileña, como se conoce al corazón del barrio Salamanca, el más pituco de la capital española.
“Seré sincera: todavía lo estoy pasando muy mal. Echo de menos la vida de estudiante, pasear por la calle, entrar en una tienda sin problemas… y espero que las cosas cambien lo antes posible”, confesaba la heredera al trono holandés en una visita oficial que realizó con sus padres al Caribe en febrero del año pasado.
Amalia domina muy bien el español. Su mamá, la reina Máxima, nunca dejó de hablarle “en argentino” a ella ni a sus hermanas, Alexia y Ariane.
Máxima nació en Buenos Aires en 1971 y conoció al por entonces príncipe Guillermo durante la Feria de Abril de Sevilla de 1999. Se casaron tres año después.
Este fin de semana se estrenó en Holanda la primera temporada de una serie sobre su vida.
La vieron unas 700 mil personas y tuvo buenas críticas. Salvo las escenas piel con piel que la actriz argentina Delfina Chaves y el actor holandés Martijn Lakemeier interpretan bajo las sábanas: los holandeses no las aprueban y hubieran preferido que se evitaran.
El brindis del bochorno
Los reyes de España, Felipe VI y Letizia, visitaron los Países Bajos la semana pasada. Fue una visita oficial de tres días. Entre el 16 y el 18 de abril, españoles y holandeses celebraron la sintonía y complicidad entre las dos monarquías que se reflejó en la calidez de los reyes, que hasta firmaron juntos un graffiti en el museo de arte callejero STRAAT.
Los reyes de España, Felipe VI y Letizia, visitaron los Países Bajos en una gira de tres días. Foto: AFP
Fue, sin embargo, durante la cena de gala de la última noche en el Palacio Real de Amsterdam -el antiguo Ayuntamiento de la ciudad y el edificio del siglo XVII más prestigioso de la capital holandesa- que el rey Guillermo agradeció el cobijo que los monarcas españoles y su país dieron a la heredera: “Fue una conmovedora prueba de amistad en un periodo difícil”, dijo Guillermo de Orange.
Y sumó: “Mi más sincero agradecimiento a sus majestades y a todos los que colaboraron en ese esfuerzo”.
Sonaron los himnos nacionales de España y de Países Bajos, alzaron las copas y brindaron, sin saberlo, por una serenidad que, con Karim Bouyakhrichan prófugo, vuelve a estar amenazada.
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