Lucía Baca no participa mucho de la clase, pero es una de las que más atención prestan. Su mayor desafío es terminar de escribir la oración que dictó el «maestro» sin tener que preguntar qué dijo o pedir que la repita. Tiene 85 años y comenzó a transitar el alzheimer, aunque estas condiciones no detuvieron sus ganas de vivir. Decidió volver a cursar la escuela primaria para superar las limitaciones de la edad y de su estado de salud. Con el mismo objetivo, otros adultos mayores, de entre 60 y 85 años, asisten a las clases de educación primaria que dictan en el Centro de Jubilados y Pensionados de Chimbas, donde el compañerismo y el respeto resaltan.
«Si María come dos naranjas por día, ¿cuántas come al mes?» preguntó el maestro José Arnáez Martínez. Y Angélica Agüero no dudó en responder «y… muy pocas porque están muy caras». Pese a que su respuesta generó risas y comentarios, la alumna no pudo evadir la resolución de esta situación problemática. Se demoró un par de minutos en llegar al resultado porque le cuesta recordar las tablas. Dijo que es por «culpa» de la edad. Tiene 74 años. Por la pérdida de su marido y de uno de sus hijos, en un lapso demasiado corto, esta mujer comenzó a padecer ataques de pánico, trastorno que, gracias al estudio, logró controlar. «Me daba un poco de vergüenza volver a hacer la primaria con esta edad, pero no me arrepiento. No sólo logré hacer nuevos y buenos amigos, sino también a controlar mis miedos. Repasar las tablas es mi mejor remedio para cuando me empiezo a sentir mal», dijo Angélica.
A las 9,30 arranca la clase todos los días hábiles de la semana. Y no hace falta hacer sonar un timbre o campana para que los alumnos ingresen al aula. Siempre llegan antes para no perderse la explicación de algún contenido nuevo. Es el caso de Walter Recabarren, de 57 años, que padece una discapacidad madurativa. Cuando era niño asistía a la Escuela de Educación Especial Merceditas de San Martín, pero tuvo que «desertar» por cuestiones familiares. Pese a que le cuesta un poco más que a sus compañeros entender algunos temas, jamás pensó en abandonar los estudios nuevamente. Y no sólo por una cuestión de superación personal. Ahora, también le lleva los deberes a su mamá que, por la edad y su estado de salud, ya no puede asistir a clase como lo hizo hasta hace un tiempo. «Yo le llevo deberes para que haga en la casa para que su mente siga trabajando. Y así ella me ayuda a estudiar», dijo el hombre.
A las 10,30 llegó el recreo, pero casi ninguno de los estudiantes quiso tomarse los 10 minutos de descanso. Prefirieron guardar los cuadernos y lápices, y dejar todo acomodado antes de que llegaran las 11, hora en que comenzaría la clase de Educación Física. Intentaron salir rápido del aula, pero no pudieron «escaparse» del maestro que les dijo «No guarden los cuadernos, déjenlos sobre la mesa que se los tengo que corregir. No se van a salvar».
* Con aval oficial
Las clases de educación primaria que se dan en el Centro de Jubilados y Pensionados de Chimbas dependen de un programa de la Dirección de Educación de Jóvenes y Adultos, que les permite terminar la primaria y recibir un certificado de graduación.
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