El reto de las reservas, una disputa de poderosos y la pesada deuda eléctrica

El reto de las reservas, una disputa de poderosos y la pesada deuda eléctrica

La economía como ciencia social puede amenazar con ser complicada para el interesado amateur. Y espantar al que, sin elementos para su interpretación, quiere adentrarse en océanos como la econometría o la ingeniería financiera. Sin embargo, cada tanto, hay que volver a las bases más simples para entender si, por ejemplo, un programa o una meta económica marcha bien. Es el caso del sistema cambiario argentino y su principal variable mensurable: la evolución de las reservas líquidas y disponibles en el Banco Central de la República Argentina (BCRA) y qué tan lejos o cerca están de las metas fijadas con el Fondo Monetario Internacional (FMI) para todo el 2024, es una variable simple de analizar y mensurar.

Simplemente hace falta saber sumar y restar. No mucho más. El cálculo para todo el año es fácil de efectuar. Se parte de unas reservas al primero de enero con un rojo global de 11 mil millones de dólares, y la necesidad de alcanzar un azul de 10 mil millones para todo el año. La meta fue autoimpuesta por el propio Javier Milei y su ministro de Economía Luis “Toto” Caputo durante las negociaciones por el acuerdo de Facilidades Extendidas firmado en enero pasado. El propio Presidente redobló la apuesta, ya que el acuerdo original firmado por Martín Guzmán en marzo 2022 indicaba que para este año las reservas del BCRA deberían alcanzar los US$ 5.300 millones, una meta que fácilmente Milei hubiera podido exhibir mucho antes de diciembre. Sin embargo, él mismo subió la vara y aumentó 4.700 millones de dólares la cantidad de dólares de aquella meta fijada durante el gobierno de Alberto Fernández.

La cuenta a la primera semana de mayo indica que las divisas disponibles en el BCRA continúan en términos negativos, pese a que desde que asumió la gestión de Santiago Bausili en el BCRA compró unos US$ 15.500 millones. El rojo se ubica en unos US$ 2.300 millones, cuando al último lunes de abril las variables estaban a punto de alcanzar el equilibrio. Sin embargo, un día después, el martes 30, Argentina le pagó unos US$ 1.936 millones, con lo que el contador volvió para atrás. Esto pese al récord de compras de divisas de abril por parte de la entidad, cuando pudo incorporar unos US$ 3.444 millones; un récord para todos los abriles de cepos.El ritmo de mayo viene retrasado ante la especulación de los sojeros por mejores condiciones cambiarias, algo que el Gobierno siempre negó que estuviera en análisis ratificando además el crawling peg de 2% para este mes, junio, julio, etc.; y se especula con un ritmo final similar al del mes pasado. Pero con un plus: se descuenta que esta semana habrá avances en el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el board aprobará las metas del primer trimestre del año, con lo que antes que termine mayo llegarían a las arcas del Central unos US$ 800 millones. Aún así, la tendencia es que el mes termine en un tenue rojo. Y que el cruce del Rubicón hacia el azul de las reservas del BCRA se dé en los primeros días de junio. Y que luego, hasta fin de año, siempre se transite en términos positivos. Será un logro de Javier Milei.

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La pregunta es si se podrá alcanzar esa meta de US$ 10 mil millones para todo el año. Difícil. Quizá la meta de reservas pactadas con el FMI podría ser la primera en ser renegociada. No será ahora. Pero sí en el momento de discutir algún apoyo en efectivo de parte del organismo para poder abrir algún capítulo del cepo.

Mientras tanto, el Gobierno mira de reojo una batalla que lo debería tener como mediador; pero que, por cuestiones casi ideológicas, preferiría no tener que mezclarse. Y que el vencedor de la compulsa se defina por negociación propia y privada; o, en su defecto, apelando al darwinismo de supervivencia del más apto. Competencia pura y dura. Lamentablemente, no será así, y en algún momento el gobierno de Milei deberá resolver quién de los dos batallantes vence en el conflicto.

Es un combate entre iguales. No es entre débiles. No se enfrentan Flipper y Lassie. Más bien dos poderosos. Un Howard Stark versus Steven “Steve” Grant Rogers. Iron Man contra el Capitán America. O, para algunos, Thanos contra Lex Luthor. Puntualmente, los principales bancos del país denunciaron a Mercado Libre- Mercado Pago por “Posición Dominante”. La empresa Modo (propiedad, entre otros del Galicia, Santander, ICBC, Nación, Ciudad y el Macro), quieren que la compañía fundada y dirigida por Marcos Galperin abra su QR y le permita utilizar sus posnet. Mercado Libre se defiende asegurando que ellos hicieron la inversión sin intervención del sistema financiero y a puro riesgo. Luego el público la adoptó en la pospandemia, al punto de lograr transar el 80% de las operaciones a través de billeteras virtuales. Para los bancos se trata de una posición de ventaja competitiva negativa para la economía argentina, y reclaman la apertura de la tecnología de Mercado Libre para que pueda ser utilizada también por MODO. Esto, además del abandono del rompimiento de la verticalidad que la compañía de Galperin le impone a sus clientes comerciantes. Galperin niega las denuncias y afirma que todo lo logrado fue a puro riesgo propio, sin ayuda de ningún banco financista local. Con algo de altanería habla de “banca trandicional”, asumiendo libremente que las entidades financieras denunciantes son el pasado, y que en sus manos está el futuro. Asimila la misma posición que Mark Zuckerberg le lanzó a los grandes popes de la informática que reclamaban que a mediados del 2000 les permita usar su flamante red social Facebook, que ya apuntaba a monopolio, con una frase altanera y desafiante: “Si quieren Facebook, hubieran inventado Facebook”.

Los bancos ya no quieren negociar nada con Galperin y recurren a la Comisión Nacional de Defensa de la Competencia, un organismo que en tiempos libertarios se encuentra semiolvidado y casi sin funcionarios que lo compongan. Por el tamaño de los contrincantes, probablemente el Gobierno deba atender el asunto y poner en funcionamiento la compleja y burocrática maquinaria de la repartición oficial. Y fallar a favor o en contra de los bancos o de Mercado Libre. Cualquiera sea el vencedor, dejará un perdedor poderoso con ganas de venganza.

No es una batalla nueva. Nació hace algunos años. Concretamente a comienzos del 2016, cuando el tándem Federico Sturzenegger- Juan José Llach manejaban el BCRA y les dieron luz verde a las operatorias de las billeteras virtuales. Ya en ese tiempo los bancos protestaban por lo que veían era de-sigualdad de reglas a cumplir, ya que las nuevas plataformas podrían operar dinero y ofrecer maravillas tecnológicas, sin las temibles obligaciones dirigenciales e intervencionistas que desde la salida de la convertibilidad los bancos argentinos deben cumplir. En aquel momento sólo eran protestas leves. Pero hubo un punto que dejó heridos del otro lado. Galperin ofreció compartir beneficios reglamentarios, si desde el sistema bancario criollo se le permitía a Mercado Libre operar en igualdad de condiciones. Prometía Mercado Libre un 50-50 de operabilidad y compartir los beneficios futuros. Y también los riesgos.

Aparentemente la “banca tradicional” siquiera levantó el teléfono para escuchar lo que el muy joven empresario tenía para ofrecer. Pandemia mediante, Mercado Pago estalló. Ahora es Galperin el que no quiere escuchar a los bancos, quienes recurren ahora a Milei para que intervenga. Precisamente el Presidente, quien por principios libertarios huye de cualquier presencia del Estado para limar diferencias de competencias. Aunque sea una pelea de poderosos.

No es la única batalla de la semana, donde se vieron actitudes levantiscas de parte de gente importante. Las empresas energéticas a las que se le deben unos 600 mil millones de pesos (redondeando, unos 6 mil millones de dólares), se negaron a aceptar la cancelación de la deuda por parte del sector público a través de un bono en dólares. La oferta no interesó a los acreedores de la Compañía Administradora del Mercado Mayorista Eléctrico Sociedad Anónima (Cammesa) quienes, sin eufemismos, reclaman una solución que atenga a los pasivos de los privados, quienes a su vez deben resolver sus deudas con proveedores varios. De aquí o de afuera. “La quieren crocante, termosellada. Y rápido”, resumía un actor importante del mercado energético.

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