Liga Profesional, un torneo marcado por la hegemonía de Boca y River hegemonizan
Liga Profesional, un torneo marcado por la hegemonía de Boca y River hegemonizan
Terminó la Copa de la Liga y ya empezó la Liga Profesional. Y con eso, una posibilidad aumenta hasta convertirse casi en una certeza: el campeón ya no será una revelación, un tapado que aprovechó una racha positiva y llegó hasta la instancia final, sino uno de los poderosos del fútbol argentino. A diferencia del torneo que acaba de coronar a Estudiantes en la final contra Vélez en Santiago del Estero, la Liga Profesional es invariable. Desde que existe con ese nombre, solo quedó en manos de los dos clubes más grandes del país: River la ganó en 2021 y 2023, y Boca, en 2022.
De hecho, si incluimos a la Superliga –su torneo antecesor, que tenía una cantidad de equipos similar (28 en la temporada 2017-2018 y 26 en las dos siguientes) y era organizado por la entidad homónima que funcionaba por fuera de la órbita de la AFA–, la estadística se refuerza: solo Racing en la temporada 2018-2019 rompió la hegemonía Bover. La Academia pudo haber roto esa supremacia en octubre de 2022, en una última fecha histórica de clásicos invertidos (Boca-Independiente, Racing-River), pero Jonathan Galván erró un penal que le permitió festejar al Xeneize. Fue algo raro, no solo por la paradoja clásica, sino porque la Liga Profesional tiene finales más previsibles, propios de torneos con tantas fechas.
¿Por qué la hegemonizan Boca y River? La razón puede ser deportiva, pero sobre todo es económica: en torneos de largo aliento se imponen los planteles con más presupuesto y mayor jerarquía. Que solo la hayan ganado estos dos equipos, y que Racing sea el que estuvo más cerca de evitarlo, homologa esa teoría.
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En ese sentido, la Copa de la Liga es reivindicable: no solo porque el formato –más allá de algunas desprolijidades que se tornaron permanentes– es atractivo, sino porque la fase final de las zonas y sobre todo los playoffs lo vuelve imprevisible. En los últimos tres años, nunca el primero de alguna de las dos zonas salió campeón. Y de las cinco ediciones, en tres hubo campeones por fuera de los “cinco grandes”, un anacronismo que este tipo de torneos ayuda a desterrar: ¿quién puede quitarle a Estudiantes o a Rosario Central su condición de grandes?
Podríamos decirlo así: la Copa de la Liga distribuye la riqueza mientras que la Liga Profesional la concentra. Punto a favor de la primera. O podríamos decirlo de otra manera: la Copa de la Liga no la gana el mejor equipo, mientras que en un torneo de 27 fechas, no hay discusión posible. Punto a favor del segundo.
En estos cinco años, la Copa de la Liga hizo campeones a Boca (dos veces), Colón, Central y Estudiantes. Y generó finalistas impensados como Banfield, Platense y Vélez, que a pesar de su rica historia, meses antes estuvo cerca de irse al descenso. Lo impredecible de ese formato hace que el azar tenga un gran componente en cada ocasión. En un partido mano a mano (“mata a mata”, el españolismo que utilizan ahora), a veces no gana el mejor: quedó claro en la final Estudiantes-Vélez. Vélez dominó y lo superó ampliamente, pero el Pincha aguantó y luego, en los penales, logró llevarse el trofeo. Final agónico y posiblemente más disfrutable para sus hinchas. Algo que no suele ocurrir en la Liga Profesional que arrancó este fin de semana.
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