Lo que habita el palacio
Lo que habita el palacio
Si alguien se hubiera propuesto realizar una película con cada día del actual gobierno, ya contaría con material de sobra. Si la temática de un potencial largometraje se centrara solo en las intenciones oficiales para distraer a la sociedad con fuegos artificiales, también acumularía varios minutos en la sala de edición. Sería el retrato de una estrategia comunicacional clara: que alaridos presidenciales cubran el ruido de un Estado que se rompe. El problema que tendría el film, además del presupuestario, es que al protagonista se lo sentiría bastante sobreactuado, y eso, tarde o temprano, el público lo notaría.
¿A quién le gusta ver una historia donde al personaje principal no se le cree? Su último intento de cruel histrionismo, en momentos donde el Senado debate una ley que tiene a la cultura como potencial víctima de una administración que ya la desprecia por decreto, es el cambio de nombre del CCK a Palacio Libertad. Discutir si llamarlo Kirchner está bien o mal, a esta altura no tiene nada de novedoso. La noticia esta vez pasa, porque ya no será un Centro Cultural, sino que se lo distinguirá como si fuera la casa de la realeza o un hotel más o menos lujoso.
La pregunta, entonces, es ¿quién o qué habitará ese espacio? Habrá que ver qué destino tiene el edificio, si se mantiene como un sitio de expresiones artísticas, y si lo que allí se produzca tendrá como finalidad reemplazar a actores, actrices, orquestas o solistas, en bufones de la corte de un rey que los desprecia. También a quiénes querrá recibir, si tiene intenciones de que la población pueda presenciar algo que disfruta, pero que con un contexto difícil y falta de apoyo al sector cultural, se le hace cada vez más complejo.
Esto no les gusta a los autoritarios El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad. Hoy más que nunca Suscribite
Para citar un par de casos de la actualidad, los cines reportan que tienen 31,3% menos de espectadores que 2023. Si comparamos los primeros cuatrimestres, este año hay alrededor de cuatro millones menos de entradas vendidas. Eso repercute en las salas, en todas las actividades satélites (gastronomía, transporte y hotelería, por nombrar algunas), y en el presupuesto de un Incaa que está paralizado que nos adelanta que no se va a rodar cine argentino en 2024.
“Pasa un poco como pasa con las estrellas: uno mira desde la Tierra una estrella en el cielo, pero esa estrella ya no está, se murió. Nos pasa un poco esto, lo que está sucediendo en el Incaa nos va a llegar recién el año que viene, cuando ya no haya más cine argentino. Aunque en la ley Bases no se permite eliminar el Incaa, la actual gestión lo está eliminando de facto”, retrató Manuel García, presidente de la Asociación de Distribuidores de Cine, en diálogo con Jorge Fontevecchia.
Otro ejemplo sería el de la Feria del Libro, que cuenta con caídas de hasta un 45% de las ventas en relación a la edición anterior de este evento literario. Menos gente en La Rural se traduce en menos consumo, que repunta un poco por la decisión de los organizadores de abrir sus puertas de forma gratuita desde las 20. El teatro también tiene su problemática, y se las ingenia para que el impacto de la crisis sea menor, ofreciendo descuentos. Así y todo, el verano porteño registró una baja del 30% en la venta de tickets.
El arte necesita atención, que se le dé la relevancia social y económica que realmente tiene. Sin embargo, el plan del presidente Milei parece ser el mismo que tiene para todo: romper y distraer. Tal vez para eso sienta la necesidad de un palacio, con su guardia de hierro y bufones adoctrinados. Todavía no registra que precisa sensibilidad y estar más cerca de la gente, los extras de una película mal actuada.
Las cosas por su nombre, la cultura también.
*Gestor Cultural. Fue Director del Centro Cultural San Martín.
Comments are closed.