Nicolás Posse ya presentó la renuncia
El show del fin de semana lo tocó a Nicolás Posse, otrora poderoso Jefe de Gabinete de Ministros de Javier Milei devenido en el puching ball del Gobierno. El no saludado, el que decidió viajar a pesar de que ya está decidida su salida, en fin, el ya renunciado, según se lo anticipó a los amigos con quienes comparte la pasión por las regatas. Y a la espera de que el Presidente anuncie su reemplazo.
La escena que organizó la Casa Rosada para el 25 de mayo se ajusta estrictamente al protocolo vigente por la ley 22.520, que establece el orden de precedencia de los ministros (luego del Presidente/Vicepresidente/Presidente Provisional del Senado/Presidente de la Cámara de Diputados/Presidente de la Corte Suprema), que se inicia con los ministros del Interior y de Relaciones Exteriores.
Fue la manera que tuvo Karina Milei de llevar atrás a Posse, que ejerce un cargo recién incorporado en 1994. A cambio, Milei tuvo que opacar a su hermana, quien venía colocándose segunda en todos los actos, según el mapa del Estado que elaboró esta gestión.
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Por eso, cuando durante la recorrida de la muestra de la raza Angus a Milei alcanzaron a preguntarle sobre la presencia de Posse en los actos del 25 de mayo, sorprendió con su respuesta, apelando a que Posse estaría «si corresponde al protocolo«. Estaba al tanto de la maniobra para aislarlo.
Evidentemente, la Secretaria General cayó en la cuenta de que existen esas reglas y que, en general, es mejor respetarlas. ¿Quién se lo habrá hecho saber? Quizás Diego Lucas, el eficiente subsecretario de Asuntos Presidenciales que ya cumplió funciones similares con Mauricio Macri. Muchos problemas políticos y diplomáticos se resolverían si lo escucharan un poco más.
El viaje a España es otro caso. Con insistencia, el vocero presidencial dijo y repitió que se trataba de un «visita oficial». Era obvio que a la Casa Rosada le preocupaba no cargarle a la cuenta personal de Milei el vuelo en el AR-01 que ronda en el medio millón de dólares y los gastos de viáticos en Madrid.
En la joven administración, que llegó al poder sin experiencia, se enteraron de que de ninguna manera le cabía al viaje que Milei hizo la categoría de «oficial», que supone encuentros con miembros del Poder Ejecutivo, y Manuel Adorni finalmente aceptó que se trataba de una «visita privada».
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Los gastos, igual, correrán por cuenta del Estado, porque no fue un viaje vacacional o de descanso. Pero la ignorancia del staff gubernamental casi le cuesta el cargo al embajador argentino en Madrid, Roberto Bosch, que había revelado el carácter de esa visita.
Son temas protocolares, de forma, pero que tienen consecuencias políticas. En el Gobierno suelen hablar un idioma propio, fruto del desconocimiento, lo que provoca incontables malentendidos.
Sin ir más lejos, lo que viene pasando con la Ley Bases, ahora demorada en el Senado, tiene similar origen. Milei no sabe hablar el lenguaje de los acuerdos y se perdió la oportunidad de lograr la ley en el verano, cuando la oposición «dialoguista» todavía estaba bajo los rigores de la dura derrota.
Ahora llegó el invierno. Y nadie trabaja en serio en el Senado para sacar la Ley. Más bien parecen dejar que el tiempo pase, y que Milei se encuentre con una gestión que deberá cargar en su propia mochila, sin ninguna ayuda de «la casta». Principio de revelación o no, el Presidente no tendrá ley si nadie lo ayuda a atar los consensos.
Seis meses después, los Milei también tomaron en cuenta que es importante la experiencia en la gestión para llevar adelante las políticas de Gobierno.
Se dice que entre Posse y el Presidente algo se rompió para siempre, señalan distintas situaciones que trascendieron. La verdad debe ser más sencilla.
El Jefe de Gabinete quería el poder que usualmente tienen los Jefe de Gabinete en la Argentina. Si tuviera capacidad de gestión, quizás lo hubiera lo logrado. Pero sin esa experiencia, con la administración paralizada y designaciones que demoran meses, su presencia fue perdiendo sentido.
Todos los ministros (no solo Karina) vieron que en la figura de Posse se podía hacer leña para hacerlo caer sin costo, y allí fueron, desde Luis Caputo hasta Sandra Pettovello, desde Patricia Bullrich hasta Mariano Cúneo. En todos los casos en que algo falló, la culpa la tuvo «Posse».
¿Cómo sigue la película? Sin Posse, obviamente. Aunque todavía faltan unas horas para conocer el «The End».
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