Elecciones en Europa: vaso medio lleno, vaso medio vacío

Vaso medio lleno o medio vacío. Los cuatro días de elecciones europeas que concluyeron este domingo brindan respuestas para cada uno de esos supuestos. En principio, el dato objetivo es que el centro ha logrado mantener la vanguardia, pero se afirma la novedad de que los grupos neofascistas de ultraderecha y ruidosamente antiliberales como Alternative Für Deutschland, abiertamente nazi , o las versiones más decantadas como el lepenismo francés, han mostrado un vigoroso crecimiento. Es el otro lado del vaso.

Estas son elecciones para cubrir las 720 bancas del Parlamento Europeo, pero en realidad se trata de comicios nacionales que son determinados por las cuestiones locales. A los europeos les importa poco en general la parte comunitaria de esta cita y serán pocos quienes sigan la tarea de los legisladores. Pero votan de acuerdo a lo que sucede en los sitios donde desarrollan sus vidas. Y debido a que muchos de ellos no las desarrollan como quisieran se alzan contra la forma en que funcionan las cosas. Votan cargados de protesta.

En ese sentido, este resultado de doble rostro muestra al principal grupo de centroderecha, el Partido Popular Europeo, con un desempeño sólido, en primer lugar y agregando escaños. Con la suma de socialdemócratas, liberales y ecologistas, marcharán muy por encima de la mayoría absoluta de 361 bancas.

Del otro lado, si bien la ola de ultraderecha no se materializó por completo, mostró fortalecimientos formidables en algunas fronteras. La embestida de Marine Le Pen virtualmente derribó el gobierno de centroderecha de Emmanuel Macron, desafiados por crónicas deudas sociales . Y el neonazi Alternative für Deutschland se erigió como segunda fuerza de la locomotora europea relegando a un tercer lugar a los socialdemócratas del premier Olaf Scholz.

Como señala bien The Economist “la ironía es que muchas cosas han dependido de elecciones que a los propios europeos les importan poco”. Una de esas cosas es nada menos que la guerra de Ucrania, también las políticas verdes o la cuestión medio ambiental que imponen giros de magnitud en la economía. De estos comicios, además, depende quien conducirá la Europa cosmopolita. Dentro de diez días comienza el camino para decidir si la presidente de la Comisión Europea, la centrista Úrsula von der Leyen, renueva el cargo.

Es una figura importante porque ha impuesto con ideas propias el criterio geopolítico en torno al conflicto con Rusia que eleva la necesidad de garantizar la victoria ucraniana, con una ración aun por encima de EE.UU. de la ayuda monetaria a Kiev y el aumento de los presupuestos de defensa. También ha marcado pautas propias en la relación con China y los vínculos comerciales, rechazando el modelo de desacople norteamericano que propone el retiro de empresas y bancos del gigante asiático.

Horas bajas. El jefe de gobierno de Alemania, Olaf Scholz. Horas bajas. El jefe de gobierno de Alemania, Olaf Scholz.

Para esta Europa de lo que se trata es de seguir como se está, pero con una reducción del riesgo, desrisking, que evite dependencias complicadas en situaciones extremas. Los alemanes lo aprendieron con Rusia y su enorme apetito de gas barato provisto por un solo proveedor convertido hoy en el enemigo. Pero claro, la guerra redujo la expansión del gigante europeo que cobija la consecuencia de un furibundo ultranacionalismo que sueña con una grandeza ausente reivindicando incluso a las SS y el Tercer Reich.

Los costos de la deuda social

Es interesante el dato alemán. Angela Merkel tras la gran crisis de 2008 generó lo que muchos europeos llamaron "un austericidio" imponiendo ajustes brutales en todo el bloque. La consecuencia fue el surgimiento de una tribu de fanáticos ultranacionalistas. Cuando el coronavirus volvió a destruir el crecimiento de estos países, la líder centroderechista cambio de estrategia y entregó fondos casi sin devolución ni condiciones. Comprendió lo que factura la bomba social.

Es muy probable que veamos ahora alianzas entre centroderechistas y ultras moderados, el caso que se especula de Von der Leyen y la italiana Giorgia Meloni. Un paso que no crea simpatías en verdes y socialdemócratas. Europa está así en el umbral de internas muy duras que apasionarán seguramente al autócrata ruso Vladimir Putin, un enemigo histórico del bloque que conquistó a la mayoría de los países de la difunta Unión Soviética.

No debería sorprender esta evolución. Los efectos económicos de la pandemia siguen vigente con picos de inflación y tasas elevadas para contenerla. Como en EE.UU., una gran masa de votantes está frustrada con un sistema que multiplica la concentración del ingreso y pulveriza el crecimiento individual. En ese rencor pierde prioridad lo que hay más allá del mundo de cada votante.

Es significativo que Alemania y Francia, las potencias fundadoras de la comunidad del Carbón y del Acero en la posguerra, que fue el cimiento de la UE, sean las principales víctimas hoy de ese enojo de los electores. Una advertencia que posiblemente no será escuchada.

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