DEL SEC. DE SEGURIDAD SANCHEZ AL JEFE DE POLICIA LIROLA, «YO MANDO…» PERO CUANDO TENES QUE ACLARAR…

Comprendo la situación. Las tensiones internas entre funcionarios pueden surgir debido a diferentes enfoques y estilos de liderazgo. En este caso, el secretario de Seguridad, Gustavo Sánchez, ha reconocido las diferencias con el jefe de Policía, Eduardo Lirola. El conflicto se originó a raíz de un memorándum que indicaba que las directivas de la Secretaría debían consultarse con la Jefatura de la fuerza. Según Sánchez, esto fue un “error” en la redacción, y se ha corregido.

El secretario de Seguridad enfatizó su autoridad como titular de la cartera y aseguró que la Policía sigue funcionando. Además, subrayó que el diálogo con Lirola se llevará a cabo por los canales institucionales apropiados para evitar tensiones innecesarias. Es importante mantener la cadena de mando y trabajar con absoluta veracidad para no perjudicar a los ciudadanos ni al funcionamiento de la institución.

En cuanto a las posibles consecuencias, el secretario confía en que el gobernador Marcelo Orrego tomará una decisión prudente y acertada. Como funcionarios de carrera, acatarán cualquier determinación que se tome. El memorándum, dirigido a los jefes de las Departamentales, busca mantener una sola línea en las pautas de trabajo, resaltando el rol del jefe de Policía como conductor. Sin embargo, Sánchez cuestiona que el párrafo no solo lo limita a él, sino también a “otra autoridad”, lo que podría incluir a otros subsecretarios o incluso al propio gobernador1.

La jerarquía y la subordinación son principios fundamentales en los cuerpos policiales, y es esencial mantener una comunicación clara y efectiva para garantizar el buen funcionamiento de la institución2Esperemos que esta situación se resuelva de manera constructiva y en beneficio de la seguridad pública1.

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¿Qué medidas podrían tomarse para evitar futuros desencuentros?
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Para evitar futuros desencuentros entre funcionarios, se pueden implementar algunas medidas:

  1. Comunicación clara y directa: Establecer canales de comunicación efectivos y transparentes entre las partes involucradas. Esto incluye reuniones regulares, informes detallados y una línea abierta para discutir cualquier problema o desacuerdo.
  2. Definición de roles y responsabilidades: Es fundamental que cada funcionario comprenda claramente su papel y responsabilidades dentro de la organización. Esto ayuda a evitar conflictos sobre quién tiene la autoridad para tomar decisiones en situaciones específicas.
  3. Protocolos y procedimientos claros: Desarrollar y seguir protocolos y procedimientos bien definidos para la toma de decisiones y la gestión de conflictos. Estos deben ser conocidos por todos los involucrados y actualizados según sea necesario.
  4. Formación en liderazgo y gestión de conflictos: Brindar capacitación a los funcionarios en habilidades de liderazgo, comunicación efectiva y resolución de conflictos. Esto puede ayudar a prevenir malentendidos y a fomentar un ambiente de trabajo más armonioso.
  5. Mediación y arbitraje: En caso de desacuerdos persistentes, considerar la intervención de un mediador o árbitro neutral. Su objetivo sería facilitar la comunicación y encontrar soluciones mutuamente aceptables.
  6. Cultura organizacional positiva: Fomentar una cultura de respeto, colaboración y trabajo en equipo. Reconocer los logros y esfuerzos de los funcionarios y promover un ambiente donde se sientan valorados y motivados.
  7. Evaluación periódica: Realizar evaluaciones regulares del desempeño y la dinámica de trabajo entre los funcionarios. Esto permite identificar posibles problemas antes de que se conviertan en conflictos mayores.

En última instancia, la clave está en la comunicación abierta, el entendimiento mutuo y el compromiso con el bienestar de la institución y la comunidad que sirven .

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