Flat tax, la reforma impositiva que necesita la Argentina
En tiempos donde el paquete fiscal llevó una larga discusión en el Senado junto con la Ley Bases, vale la pena reflexionar sobre la cuestión impositiva y sobre lo que necesita el país para salir genuinamente de la decadencia económica.
Las reformas económicas que el presidente Javier Milei y su equipo económico están llevando adelante son más que acertadas, y si observamos un retraso en la implementación de ciertas medidas liberales, es porque antes se debe transcurrir por un proceso de ordenamiento macro. Pero así como salir del cepo, dolarizar la economía o cerrar el Banco Central son destinos claros en el norte del gobierno, la reforma impositiva también está dentro de esos ejes.
Durante los últimos 50 años, la Argentina no sólo modeló una maquinaria tributaria engorrosa y despilfarradora, también la hizo ineficiente a la hora de recaudar. Producto de un exceso de intervencionismo estatal, encontramos que, en promedio, jamás pudo superar los 14 puntos de la recaudación respecto del PBI. Es decir, no sólo estamos en presencia de un esquema abusador de 170 impuestos, también se trata de un sistema fallido para solventar al Estado y sus erogaciones.
Es por eso que la demanda de un giro estructural en este aspecto es urgente. Y así como experimentamos un extremo de burocracia impositiva, ahora necesitamos un extremo de simplificación. Aquí es donde aparece la idea del Flat tax, o sistema de impuesto plano.
Se trata de un modelo fiscal que mantiene una cantidad mínima de impuestos (en la práctica se han dados sistemas tributarios de entre 10 y 17 gabelas, no más); y a su vez, la más hermosa característica, es que las tasas impositivas son bajas y únicas, lo que incentiva el comportamiento económico productivo, eliminando la doble imposición sobre el ahorro y la inversión para fomentar el crecimiento económico futuro y eliminando a su vez la progresividad del sistema, es decir: “a mayor ingreso, mayor tributación”.
El caso más representativo de nuestro sistema tributario progresivo es el impuesto a las Ganancias. Hoy en día, es del 5% para los menores salarios y puede alcanzar el 35% para los mayores ingresos.
Contrariamente, el sistema de impuesto plano, y a modo de ejemplo, se propone con una única tasa del 15%. Si se ganara $1.000, el contribuyente pagaría $150. Si ganara $10.000, pagaría $1.500, y así sucesivamente. Por lo que no habría que preocuparse por entender diferentes regulaciones o por encontrar formas de evadir o eludir. De hecho este sistema simplificado, fácil de calcular y de administrar tanto para personas y empresas, también le sirve a la autoridad de aplicación.
Este simple ejemplo nos muestra que la recaudación aumentaría, principalmente porque se ampliaría la base imponible, cada vez más ciudadanos estarían en condiciones de aportar a la recaudación, con un mínimo no gravable y sin ningún privilegio para nadie. Esto implicaría respetar, de una vez por todas, la Constitución Nacional y sus pilares liberales construidos por Juan Bautista Alberdi en 1853, esencialmente el artículo 16, que establece que “todos los habitantes somos iguales ante la ley”.
Es cierto que es un modelo revolucionario, pero eso no significa que no tenga evidencia empírica a favor. Hay varios casos de Estados y jurisdicciones que aplican este sistema exitosamente: Hong Kong en 1947, Estonia en 1994, Ucrania en 2003 o Trinidad y Tobago, para mencionar algunos, e incluso cada vez más Estados de EE.UU. se suman o vuelven al Flat tax.
El proyecto de reforma dejaría solamente tres categorías de impuestos: al trabajo, al capital y al consumo, una simplificación que arrastrará un boom de inversiones productivas. Por supuesto que será una reducción de la presión fiscal, lo que en términos claros, significaría “devolverle la plata a la gente”. También es necesario la creación de un código fiscal neutro, sin lagunas ni favores especiales.
Llevar adelante este cambio del sistema tributario demandará un acompañamiento de las provincias. En este cambio de época las oportunidades pasan rápido y deben ser aprovechadas. La sociedad, la principal beneficiaria de una baja de impuestos, será la que llevará la bandera de la libertad, como ya lo demostró en las elecciones pasadas o en las últimas fechas patrias.
Aplicar este modelo le devolverá lo que tanto le han robado a los argentinos durante las décadas de populismo, que es el fruto de su propio esfuerzo, o sea, la disposición de su propiedad privada en su mayor esplendor. El Flat tax es la reforma impositiva que Argentina necesita.
Abogada tributarista y Senior Research Fellow de la Fundación Internacional Bases
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