¿Qué hacer con el Estado y la gestión pública? (un análisis de las propuestas electorales)

Preguntas que los candidatos se hacen y pueden sintetizarse en dos: 1) cómo hacer la gestión pública?; 2) quién debe hacerla.

Respecto del “como”, hay 2 alternativas:

a) lo público debe ser gestionado por leyes y no por personas, garantizando imparcialidad en la toma de decisiones, con igualdad ante la ley. A iguales problemas, iguales soluciones;

b) “romper las reglas” (que traban la acción) con funcionarios emprendedores, creativos e innovadores, para cambiar lo existente mediante una gestión por objetivos y resultados.

Respecto del “quien”, también hay dos alternativas: a) los servicios públicos deben ser prestados por organizaciones estatales administradas por burócratas profesionales; se supone que, de esta forma, el interés colectivo se respeta y está bien representado;

b) los servicios públicos deben ser provistos por la actividad privada. Se cree que la empresa privada gestiona lo público con mayor eficiencia y que, cuanto mejor la va a la empresa, mejor le irá a la sociedad, que dispondrá de más y mejores servicios.

Cómo y quién con sus dos alternativas dan origen a 4 visiones de la gestión publica: la individualista, la jerárquica, la anarquía organizada y la consensual.

Veamos en cuales de ellas se inscriben las principales propuestas electorales.

Milei adhiere a la visión individualista. La clave es liberar las fuerzas del mercado y confiar que una “mano invisible” generará el equilibrio. Esto generará riqueza que luego será “derramada” espontáneamente sobre el resto de la sociedad.

Se propone un Estado mínimo encargado de brindar seguridad, defensa y justicia, desregulando, privatizando y concesionando todo lo que pueda ser realizado por la actividad privada. Esto ya lo experimentamos en el neoliberalismo menemista de los 90, pero esta vez, el planteo es más extremo y ortodoxo. La propuesta de dolarización como instrumento de política económica, es un claro ejemplo de ultraortodoxia.

Bullrich adhiere a una visión jerárquica y funda su propuesta en el “orden para siempre”. Salir de la actual anarquía organizada, fortaleciendo una institucionalidad estable, con menor intervención estatal en el ámbito económico y previsibilidad de largo plazo para las decisiones empresarias de inversión, en un ambiente económico estable y un entorno social ordenado.

Esto significaría un inicio dentro de la vision jerárquica (“orden”) y un tránsito progresivo e institucionalizado hacia el mercado y las inversiones (sin llegar al posicionamiento de extrema derecha de Milei), con el Estado como garante de la paz social y la institucionalidad de largo plazo (“orden para siempre”).

Si bien es utilizada por el candidato Schiaretti, la frase de Willy Brandt “más mercado donde sea posible y más Estado donde sea necesario”, quizá resume la propuesta de Bullrich, más cercana a una Economía Social de Mercado sostenida con institucionalidad en el largo plazo.

Finalmente, Massa pretende fundar su propuesta en el abandono futuro de la actual anarquía organizada, con más garantía de derechos (adquiridos y nuevos) y oponiendo a las fuerzas del mercado una fuerte intervención estatal que promueva el equilibrio en favor de las clases populares.

Ahora bien, salir de la anarquía organizada ¿con qué dirección? ¿Los consensos? Las últimas propuestas de conformar un gobierno “de unidad nacional”, ¿apuntan a una visión compartida de futuro, o a una nueva ronda en el reparto de espacios de poder?

Pregunta final para todos los candidatos: más allá de las consignas preelectorales, ¿hay en el fondo una visión ideológicamente fundada en los consensos? No parece ser el caso.

El péndulo de la historia azota nuevamente a la política. Social democracia, neoliberalismo y populismo: 40 años de intentos disruptivos y pendulares que construyen, destruyen y reconstruyen alternadamente la gestión pública y el Estado, sin visión compartida de futuro.

Ninguno de ellos sostenido en los consensos y mirando hacia un mismo horizonte, lo cual requeriría: visión compartida de futuro, acuerdos políticos básicos, permanencia en el rumbo con institucionalidad de largo plazo y flexibilidad de trayectoria.

Como dijo reciéntemente Carlos Páez Vilaro (h) (protagonista de la tragedia/epopeya de los Andes) en un reportaje radial: “si los argentinos no se juntan, son boleta. Así como están, cada uno por su lado, se autoimponen cruzar una cordillera más alta de la que nosotros tuvimos que atravesar para volver a vivir”.

Isidoro Luis Felcman es Doctor en Administracion, Profesor Consulto Facultad de Ciencias Económicas, UBA. Director del Centro de Investigaciones en Administracion Publica (CIAP) de la FCE-UBA.

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