Elecciones en Cataluña: quién es Carles Puigdemont, el ex presidente regional que huyó luego de declarar la independencia y ahora quiere volver para hacerla realidad

Fueron treinta segundos. Apenas medio minuto en el que un político desconocido, que inesperadamente había llegado a la presidencia de Cataluña en 2016, se convirtió en una pieza indispensable de la política española actual. Es Carles Puigdemont, el hombre que en 2017, 21 meses después de haber llegado al gobierno de la Generalitat, en treinta segundos declaró unilateralmente la independencia de Cataluña. Y horas después, huyó de España para esquivar el calabozo.

Desde ese auto-exilio en el que vive desde entonces -seis años y medio que pasó primero en Bélgica, hoy en Francia-, aspira a volver a convertirse este domingo en presidente de la comunidad autónoma española que él ansía convertir en una república soberana.

Los catalanes votarán el 12 de mayo un nuevo gobierno y Puigdemont es el candidato independentista con mejor pronóstico para este domingo.

Las encuestas, sin embargo, dan ganador a Salvador Illa, el líder del Partido Socialista de Cataluña, que probablemente no logre la mayoría absoluta necesaria -68 bancas de las 135 que integran el Parlamento regional- para poder gobernar en solitario.

Un seguidor de Puigdemont cuelga una bandera con la leyenda "Puigdemont presidente". Foto: APUn seguidor de Puigdemont cuelga una bandera con la leyenda "Puigdemont presidente". Foto: AP

En los últimos años, el soberanismo no sale primero en las urnas pero, uniendo los votos de los tres partidos nacionalistas -Esquerra Republicana (ERC), Junts per Catalunya y Candidatura de Unidad Popular (CUP)- consigue formar gobierno.

El último lo integraron ERC y Junts, con la presidencia en manos del republicano Pere Aragonès. Pero los desacuerdos en el bloque independentista provocaron la salida de Junts de la Generalitat y, un año y medio después, Aragonès convocó a elecciones anticipadas para este domingo.

Entre sus propuestas electorales, Puigdemont, candidato de Junts, promete culminar con la tarea que quedó a medias en 2017: la independencia de Cataluña.

Para él, estos comicios serán los de la “restitución del gobierno legítimo” que él encarnaba entonces.

Pero los sondeos aportan una novedad: este 12 de mayo el bloque de partidos independentistas no contaría con la mayoría que vino cosechando en las últimas elecciones.

Esto implicaría pactos cruzados entre fuerzas políticas pro y contra el separatismo.

Por las dudas, Puigdemont advierte al Partido Socialista catalán que mire bien con quién acuerda o los siete diputados de Junts en el Parlamento nacional podrían dejar de apoyar a la coalición PSOE-Sumar que gobierna hoy España. Condiciona así la estabilidad del gobierno de Pedro Sánchez al resultado electoral del domingo en Cataluña.

Presidente casi por azar

Carles Puigdemont y Casamanjó nació en 1962 en Amer, un municipio de Girona de menos de tres mil habitantes donde su familia aún vende facturas en la pastelería que lleva su apellido.

Carles estudió filología y se dedicó al periodismo hasta 2006, cuando fue candidato a diputado por Convergencia y Unión, la coalición conservadora catalana que integraban el partido del polémico Jordi Pujol (CDC) y los democristianos.

De diputado se propuso ser alcalde de Girona. Fracasó en el primer intento pero lo logró en 2011.

Un acto de campaña a favor de Puigdemont en Francia. Foto: APUn acto de campaña a favor de Puigdemont en Francia. Foto: AP

En las elecciones catalanas de 2015 ocupaba el tercer puesto en la lista independentista que ganó los comicios y una riña interna con los separatistas más radicales de la CUP, que no querían la continuidad de Artur Mas en el Palacio de la Generalitat, lo sentó en el sillón presidencial. El ex alcalde de Girona, a ojos de la CUP, parecía el más inofensivo de los nacionalistas de derecha.

Fue así que Carles Puigdemont se convirtió en el 130 presidente de la Generalitat de Cataluña.

Durante su breve gestión -decapitada por la intervención de Mariano Rajoy, por entonces jefe del gobierno de España-, organizó un referéndum de autodeterminación ilegal, declaró unilateralmente la independencia de Cataluña y se marchó de España. La liturgia pagana dice que huyó escondido en el baúl de un auto, algo que el propio Puigdemont desmintió hace unos días.

Su estadía fuera de las fronteras españolas estuvo salpicada por sobresaltos y hasta unos días de prisión en Alemania: la persistente intención de la justicia de su país de conseguir una extradición hasta el día de hoy se vio frustrada por los vericuetos de la legislación de la Unión Europea, que ha sido siempre garantista con el ex presidente catalán y nunca lo entregó a los tribunales españoles.

Contó, además, con el cielo protector de la inmunidad parlamentaria que logró cuando fue elegido eurodiputado, en 2019.

Siete diputados clave

El último capítulo de su venturosa carrera política ocurrió el año pasado, cuando las elecciones generales que Pedro Sánchez convocó en julio de 2023 le otorgaron 7 diputados al partido que Puigdemont lidera desde el extranjero, Junts per Catalunya.

Esas 7 bancas en el Congreso de los Diputados de Madrid se volvieron oro en polvo para que Sánchez lograra su reelección.

Junts condicionó su apoyo al líder del PSOE a la aprobación de una ley de amnistía que permitiera el regreso de Carles Puigdemont a la patria y que librara de cualquier posible futura imputación judicial a los cientos de personas que colaboraron en el referéndum y la declaración de independencia de 2017.

Con viento en contra y un inmenso desgaste político, Pedro Sánchez está cumpliendo su promesa: la ley de amnistía ya fue aprobada en Diputados pero será rechazada la semana que viene en el Senado, donde el Partido Popular tiene mayoría.

Esto no significa que la amnistía naufrague. Volverá al Congreso de los Diputados para su aprobación definitiva. Y luego le tocará enfrentarse con la interpretación y aplicación que realicen los jueces, muchos de los cuales consideran que se trata de una norma tirada de los pelos e inconstitucional.

“¿Es usted un prófugo?”

Desde que anunció su candidatura para las elecciones catalanas del domingo 12 de mayo, Carles Puigdemont se mudó al sur de Francia, pegadito a la frontera con España y a menos de 50 kilómetros de su casa catalana.

Desde allí hace campaña. Se negó a participar, por videoconferencia, en los debates con los otros candidatos y aseguró que si no es el próximo presidente de Cataluña abandonará la política.

Sabe que genera devociones y rechazos. Algunos lo ven como el héroe épico que abandonó la patria por el ideal de la Cataluña independiente y esperan que regrese de su ostracismo como el “legítimo presidente” que era en 2017, cuando el intento secesionista desencadenó la intervención del gobierno central que cesó al “govern” catalán y disolvió el Parlamento.

Otros, sin embargo, lo consideran un prófugo de la justicia que eligió salvar su pellejo mientras el resto de los integrantes de su gabinete que se quedaron en España fueron encarcelados, enjuiciados y condenados. En 2021, luego de cuatro años entre rejas, el gobierno de Pedro Sánchez les concedió un indulto.

En marzo de 2019 Puigdemont recibió a Clarín en la Casa de la República, título aspiracional con el que bautizó al caserón de dos pisos que el independentismo catalán le alquiló en Waterloo, el pueblo belga 20 kilómetros al sur de Bruselas donde en 1815 Napoleón aniquiló sus últimos cartuchos y su reputación.

-¿Es usted un prófugo?, le preguntó Clarín, entonces

-Todo lo que concierne a mi persona, la deshumanización y hasta la demonización en cómo se habla de mí tiene una intención política, pero no he sido nunca prófugo de la justicia. Yo salí de Cataluña sin ninguna orden ni auto de procesamiento que me impidiera salir. Yo soy un ciudadano libre en Europa, sin ninguna orden de detención y entrega.

El ciudadano Puigdemont anunció que volverá a España para el debate de investidura en el que sueña volver a ser elegido presidente de Cataluña.

Si para entonces la ley de amnistía no estuviera ya vigente, podría ser detenido, riesgo que no parece amedrentar al “nostro president” (“nuestro presidente”, como lo llaman los suyos). Todo sea por seguir alimentando el mito.

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