Marcos Peña: “Peleamos mucho por no cambiar los valores de Juntos y Córdoba fue clave”
“Bancame, esto es lo que hago, no lo que soy. En diciembre corto, pase lo que pase”.
Llevábamos tres años y medio de gobierno, y hacía doce meses que estábamos en crisis económica por la inestabilidad cambiaria. Para Luciana había llegado un límite, y para mí, una definición: me alejaba de la experiencia política o se terminaba mi pareja. Decidí poner fin a esa etapa política, e irme al finalizar el año y el mandato.
Así comienza su libro Marcos Peña. El capítulo 1 se titula “El límite” y cuenta que no se “quemó”, pero sí que cuarenta y dos meses al frente de la jefatura de gabinete del gobierno de Cambiemos habían ido desgastando su “energía y motivación”. Ese es el disparador para comenzar la charla antes de la presentación de “El arte de subir (y bajar) la montaña”, el libro de Siglo Veintiuno Editores que el próximo miércoles realizará a las 19 horas en la Bolsa de Comercio de Córdoba.
“No terminé quemado, es verdad. Pero es cierto que todos tenemos un límite y que hay que darse cuenta cuando estamos llegando a ese punto. En nuestro caso, la situación económica no nos dio respiro”, sostiene el exjefe de Gabinete de Mauricio Macri ante PERFIL CÓRDOBA.
-El desgaste que sufriste, ¿tiene más que ver con tu manera de entender la política, con la de Macri, que era el líder en ese momento, o con la de Cambiemos?
-Si bien es cierto que todo sucede en un contexto, está claro que tiene que ver con la manera que yo adopté el trabajo, con mi forma de ser, con las cosas que fui haciendo a lo largo de esos cuatro años. Fue mucha presión acumulada durante mucho tiempo. Reitero: aprendí que todos tenemos un límite en un punto, pero mi experiencia fue muy linda. Me siento orgulloso de haberlo atravesado con ese equipo y haber trabajado con Mauricio, pero también es sano ponerle un cierre a una etapa y aportar desde otro lugar.
-¿La gente, y el círculo rojo en particular, te culpó de muchas cosas en las que tal vez no tenías tanta incidencia?
-Puede ser, está claro que por mi función quedé más expuesto que otros, pero bueno, es lo que toca. Fue el rol que me tocó asumir y lo hice sin problemas y conociendo cuáles eran los riesgos. La gente se fija en los pequeños gestos que demuestran el lado más humano del poder, pero el sistema no está diseñado para eso. Tenés que estar siempre alineando en lo que hacés y en lo que decís.
-En una nota reciente usaste una metáfora que durante el gobierno de Cambiemos “te tirabas arriba de todas las granadas”. ¿Hay que dejar que exploten algunas granadas?
-Lo ideal es que no exploten, pero es cierto que no podés estar todo el tiempo tirándote arriba de las granadas. Hay que encontrar un equilibrio entre lo que uno está dispuesto a ofrecer y el rol del equipo, que en mi caso funcionó muy bien. Pero sí es cierto que por una manera de ser, uno tiende a tratar de estar pendiente de todo.
-En tu libro el feedback que te dio tu equipo fue muy duro: remarcaron la distancia que mantenías, de lo hermético que te mostrabas, de que te cerraste en un grupo chico de gente… ¿qué sacaste de eso?
-Fue muy duro, pero al mismo tiempo de lo más enriquecedor de este tiempo que me tomé para dejar el centro de la escena. Por eso decidí no hablar durante cuatro años. Necesitaba que la gente canalizara el enojo que tenía por otro lado. Volver a conectarme fue el eje de este último tiempo y mucho tuvo que ver esa descripción que hizo gente que me quiere, a quienes les pedí que me hablaran sin concesiones.
-En todo este proceso que te llevó a escribir el libro, ¿apareció Córdoba? La Provincia fue muy importante para Cambiemos.
-Le tengo un cariño muy especial a Córdoba y estuve varias veces desde que dejé la política. De Córdoba rescato lo que se logró: fue un acierto la consistencia con los valores. Creo que el capital humano que hay en Juntos por el Cambio es un gran valor, por más que estén más dispersos ahora, pero sin dudas es uno de los grandes activos de la construcción de estos años. Peleamos mucho por no cambiar el eje de esos valores y esa identidad y Córdoba aparece con nitidez en ese proceso.
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