Jerry Seinfeld inició su carrera en el “stand-up”, y en 1989 empezó a escribir la serie que durante casi diez años se convirtió en un éxito ininterrumpido y le dio popularidad mundial. “La mejor serie de todos los tiempos”, para más de uno.
Es conocida la definición acerca de sobre qué trataba ‘Seinfeld’. “Sobre nada”, respondió él, llevando incluso esa línea al guión de uno de los capítulos. ‘Seinfeld’ fue un show sobre nada y sobre todo al mismo tiempo. Un producto original que evitó reproducir los valores establecidos (en oposición a su contemporánea ‘Friends’) y gambeteó el trazo grueso y la bajada de línea.
Ese aura acompañó a su creador hasta el 7 de octubre, fecha del ataque del grupo Hamás a Israel que terminó con 1.400 muertos y más de 230 rehenes, muchos todavía secuestrados.
“Desde los atentados del 7 de octubre en Israel y sus sangrientas e inestables secuelas en Gaza, Seinfeld, de 70 años, se ha convertido en una voz pública contra el antisemitismo y en apoyo de los judíos de Israel y Estados Unidos, acercándose cautelosamente a un papel de defensa más directo del que nunca pareció buscar en sus décadas de fama”, escribió The New York Times.
Los hechos indican que esa toma de posición no resultó gratis. El domingo, Jerry Seinfeld fue abucheado y rechazado en un lugar público por primera vez. Invitado a recibir un título honorífico y a ser orador en la ceremonia de comienzo de clases de la universidad Duke (donde fueron sus hijos), su presencia generó la oposición de cientos de alumnos, profesores y padres militantes pro palestina que abandonaron la ceremonia al grito de “apoya el genocidio”.
“Seinfeld se ha enfrentado a una medida de desprecio público que rara vez ha cortejado como cómico…”, escribió la prensa.
No es la única posición que lo aleja de las corrientes bien pensantes mayoritarias.
En una reciente entrevista criticó a quienes anteponen la corrección política al humor. “La gente necesita la comedia”, aseguró. Y continuó, en referencia a la ausencia de comediantes en la televisión norteamericana: “¿Dónde están? Es el resultado de la extrema izquierda, de la corrección política y de la gente que tanto se preocupa por no ofender a otras personas. Ya no hay más programas de comedia masivos, culpa de la mierda políticamente correcta”.
Oponerse a la cultura “woke” que domina hoy una parte importante de los medios de comunicación, las universidades y la opinión pública en los Estados Unidos no le habrá resultado fácil ni cómodo.
La actitud de Jerry Seinfeld y los costos que asume invitan a pensar sobre cuál es el valor de la palabra de un artista. Preguntarse, por ejemplo, ¿cuándo es necesaria? ¿Para decir qué y contra quién? ¿Qué pone en juego cuando habla? ¿Es capaz de enfrentar la mirada de sus pares y de ocasionales mayorías? ¿Habla desde el valor o desde la mezquindad? ¿Tendrá la valentía de tolerar el desprecio público como el que hoy sufre Jerry Seinfeld?
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