Jauretche y Perón, ¿un solo corazón?

Jauretche y Perón, ¿un solo corazón?

El próximo 25 de mayo, además de conmemorarse un nuevo aniversario de la Revolución de 1810, se cumplen cincuenta años de la muerte de Arturo Jauretche, ocasión que se presenta propicia no solo para reconstruir la trayectoria de uno de los ensayistas políticos argentinos más importantes del siglo XX, sino también para recordar un aspecto no siempre tenido en cuenta sobre su pensamiento. Por ello, primero evocaremos algunos elementos sobre su vida y obra en general, y luego nos referiremos a la particular relación del ensayista con el peronismo y con el propio Perón.

Arturo Martín Jauretche nació el 13 de noviembre de 1901 en Lincoln, pueblo del noroeste de la provincia de Buenos Aires. Su familia era de clase media, con un padre empleado y una madre maestra.

La escolaridad primaria la realizó en su pueblo natal, pero se marchó a Chivilcoy para concluir sus estudios secundarios, aunque los terminó en la modalidad “libre” a raíz de un conflicto. Posteriormente, se dirigió a la Capital Federal donde ingresó a la Facultad de Derecho y después de unos estudios universitarios irregulares, por problemas económicos y actividad política, se recibió de abogado.

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Si bien a Jauretche suele identificárselo vinculado al radicalismo en sus inicios, en verdad en un comienzo fue conservador siguiendo las huellas de su padre. De hecho, antes de marchar a Chivilcoy, el autor era un referente de la juventud conservadora en Lincoln. Fue más tarde, en los años veinte, cuando abandonó esa postura y se encuadró dentro de los radicales yrigoyenistas.

Luego del golpe de Estado encabezado por el general José F. Uriburu el 6 de septiembre de 1930 que derrocó al gobierno de Hipólito Yrigoyen, la UCR (Unión Cívica Radical) se abstuvo de participar en las elecciones de 1931 por considerarlas fraudulentas. Se produjeron distintas sublevaciones contra el gobierno conservador de la época y en una de ellas, la encabezada por el teniente coronel Roberto Bosch hacia fines de diciembre 1933, participó Jauretche. Esa sublevación fue derrotada y los militantes radicales fueron detenidos en Corrientes, entre los cuales estaba nuestro autor, quien permaneció preso cuatro meses en 1934. Durante ese tiempo, redactó El Paso de los Libres, extenso poema escrito a la manera de la literatura gauchesca que narra la frustrada sublevación en que había participado. Un dato curioso de esta obra, y hasta quizás increíble visto a la distancia, es quién fue el prologuista: Jorge Luis Borges.

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Hacia mediados de los años treinta comienza una de las etapas más relevantes de la actividad política de Jauretche. En la Convención Nacional de la UCR reunida a fines de 1934 se oponían las posturas a favor y en contra de mantener la abstención electoral. Cuando el 2 de enero de 1935 en la Convención se decidió concurrir en el futuro a las elecciones, algunos radicales como el ensayista que reivindicaban la posición abstencionista se agruparon y formaron FORJA (Fuerza de Orientación Radical de la Joven Argentina). Con posterioridad, en los años cuarenta el grupo de FORJA decidió disolverse y muchos de sus miembros se incorporaron al peronismo, ocupando varios de ellos posiciones en el gobierno de la provincia de Buenos Aires durante la gobernación del coronel Domingo Mercante (1946-1952). Entre esos exforjistas estuvo Jauretche, quien fue nombrado presidente del Banco de la Provincia, cargo al que renunció en 1950 por disidencias sobre los cambios que se iban efectuando en la política económica.

Con el derrocamiento del gobierno peronista en 1955, empieza una nueva etapa en la vida de Jauretche. Sin abandonar su interés por la política, además de una activa participación en distintos medios periodísticos, se inicia su período como intelectual dedicado a la producción de ensayos. El primero de esos textos, El Plan Prebisch. Retorno al Coloniaje (1955), estaba dedicado a realizar una fuerte crítica sobre el análisis efectuado por el importante economista Raúl Prebisch sobre la situación de nuestro país luego del gobierno peronista. Poco después apareció su segundo texto, Los profetas del odio (1957), una de las obras más renombradas de su producción. A los ensayos mencionados, les siguieron Ejército y política (1958), Política nacional y revisionismo histórico (1959), Prosa de hacha y tiza (1960), FORJA y la década infame (1962), Filo, contrafilo y punta (1964) y El medio pelo en la sociedad argentina (Apuntes para una sociología nacional) (1966), su obra más difundida. Aunque no termina aquí la producción ensayística del autor, a los fines de la presente nota estimamos que con los textos nombrados es suficiente.

Dijimos en un comienzo que mencionaríamos elementos de la vida y obra de Jauretche, pero que además recordaríamos un aspecto muchas veces desatendido, la relación del ensayista con el peronismo y con el propio Perón. Como hasta aquí nos hemos referido al primero de los aspectos, pasamos ahora al segundo centrándonos para ello en su texto Los profetas del odio. En él, el autor realiza las consabidas críticas a lo que denomina la intelligentzia, retomando un término aplicado a cierta intelectualidad rusa del siglo XIX para establecer una diferencia con lo que considera una “genuina inteligencia”. También en la obra, a lo largo de cinco capítulos,realiza difundidos cuestionamientos a tres intelectuales (Ezequiel Martínez Estrada, Jorge Luis Borges y Julio Irazusta), a quienes los une el hecho de haber criticado de una u otra manera al peronismo.

Queremos ahora detenernos en otro aspecto muchas veces descuidado de Los profetas del odio. El último capítulo del ensayo lleva por título “Estrategia de la lucha por la liberación nacional y la justicia social”, es decir, este capítulo está clara y directamente dedicado a la exposición de ideas de carácter político (no como en otras partes del texto vinculadas al mundo intelectual). Con referencia a cómo interpreta el ensayista el vínculo del peronismo con el “movimiento nacional”, uno de los pasajes donde queda más clara su concepción es el siguiente: “Quiero dejar establecido que puedo tratar estos temas por encima de la posición de hombre de partido, sin negar el mío, que lo tengo y lo reivindico con orgullo, evitando las militancias cortas, para ver el país desde una perspectiva general. Desde esa perspectiva se percibe claramente que existe un movimiento nacional más amplio que las designaciones partidarias, que establecen diferencias de matiz y programáticas, pero que presuponen el supuesto básico de un pensamiento fundamental común. Este es el movimiento de lo nacional, opuesto a la extranjería; el que cree en una Argentina con destino propio”. Es decir, el ensayista trata de tener una “perspectiva general” desde la cual entiende que existe un “movimiento nacional más amplio que las designaciones partidarias”. En otras palabras, ese “movimiento nacional” incluye pero a la vez excede al peronismo.

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Por otra parte, sin nombrarlo explícitamente a Perón, Jauretche lo critica señalando “que los hechos que han posibilitado la situación actual son hijos de un error fundamental de conducción”. Ese “error de conducción” consistiría básicamente en no consolidar un frente policlasista, frente que para el ensayista es esencial para lograr una verdadera transformación social. De allí devienen sus críticas respecto a la actitud del gobierno peronista frente a la clase media y la surgente burguesía, ya que entiende que el peronismo se apoyó casi exclusivamente en la clase obrera y descuidó a los otros sectores sociales. Al respecto, Jauretche abiertamente sostiene: “Una política tendiente a separar el proletariado de los sectores pertenecientes a las otras clases, que identifican lo suyo con los de los trabajadores en la lucha por el ascenso nacional, es fatal al movimiento de liberación. Tan importante como cuidar la base obrera es mantener vivo el prestigio en esos otros sectores y utilizar su colaboración activa”.

Por otro lado, si bien Jauretche no utiliza exactamente el término “obsecuencia”, cabe interpretar el siguiente fragmento como un cuestionamiento a una supuesta sumisión estimulada por el gobierno peronista: “Se hizo de la doctrina nacional una doctrina de partido y de la doctrina de partido una versión exclusivamente personalista, que en lugar de agrandar las figuras y suscitar la emulación, provocaba en el propio partidario una situación deprimente. Se quitó al militante la sensación de ser, él también, un constructor de la historia (…) y se impidió sistemáticamente la organización de abajo a arriba, sustituyéndola por otra de arriba abajo”.
Desde nuestro punto de vista, en Los profetas del odio se puede apreciar un “doble movimiento” que formula nuestro autor. Aunque hacia “afuera” defiende al peronismo de sus críticos, hacia “adentro” realiza fuertes cuestionamientos al rumbo que llevó adelante el gobierno de Perón. Si bien oportunamente Jauretche apoyó decididamente a dicho gobierno, ello no implica que pueda considerarse al ensayista como estrictamente peronista. Las relaciones de este con el peronismo y con el propio Perón presentan mayor complejidad que la que usualmente se reconoce. Entendemos que la mejor manera de recordar a uno de los más importantes ensayistas políticos argentinos del siglo XX es tener en cuenta a través de sus propias palabras los matices de su verdadero pensamiento.

*Investigador en temáticas culturales y sociales. Licenciado en Letras (UBA). Magíster en Sociología de la Cultura (UNSAM)

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